Moscú. Rusia reclamó este martes respuestas “concretas” antes de continuar discutiendo sobre Ucrania, mientras los países occidentales intentan llevar a Moscú a la mesa de negociaciones para evitar un conflicto militar.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visitará Kiev el miércoles, en un contexto de alta tensión después de que Rusia desplegara decenas de miles de tropas en la frontera con Ucrania. La semana pasada se celebraron negociaciones en Ginebra, Bruselas y Viena, que no hicieron más que constatar la brecha que separa a Rusia de los países occidentales.
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Rusia “está ahora esperando respuestas a estas propuestas —como nos prometieron— para continuar las negociaciones”, declaró el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, este martes durante una rueda de prensa conjunta con su homóloga alemana, Annalena Baerbock. Una de las principales exigencias de Rusia es que la OTAN ofrezca garantías de que no se ampliará.
Pese a esas declaraciones, poco después, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que había invitado a Rusia y a los socios de la Alianza a una nueva ronda de negociaciones. Durante una conversación telefónica con Lavrov, Blinken también abogó por la “vía diplomática” para solucionar la crisis, según Washington.
Sin embargo, Lavrov insistió en que Rusia espera respuestas “concretas” y que estas lleguen “cuanto antes”, explicó Moscú. El jefe de la diplomacia estadounidense visitará Ucrania el miércoles y, desde ahí, viajará a Berlín, donde se reunirá con representantes del Reino Unido, Francia y Alemania para tratar sobre el dosier ucraniano.
Blinken y Lavrov se reunirán el viernes en Ginebra, según un funcionario estadounidense. En Washington, la Casa Blanca afirmó que Rusia estaba preparada para un posible ataque a Ucrania que podría llegar en “cualquier momento” y advirtió que la respuesta de Estados Unidos incluiría todas las opciones.
“Ninguna opción está fuera de la mesa”, comentó la secretaria de prensa Jen Psaki a los periodistas, advirtiendo de una “situación extremadamente peligrosa”.
‘Amenaza’
Rusia niega tener ninguna pretensión belicosa y se declara, al contrario, amenazada por el refuerzo de la OTAN en la región. Además, durante su conversación con Blinken, Lavrov le pidió que no “propague especulaciones sobre una supuesta ‘agresión rusa’ inminente”, según señaló el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores.
Sin embargo, durante su rueda de prensa junto a la ministra alemana de Exteriores, Lavrov volvió a rechazar la petición de los occidentales, que quieren que Moscú empiece a retirar a decenas de miles de tropas desplegadas en la frontera con Ucrania y aseguró que esos militares “no amenazan” a nadie.
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“Más de 100.000 soldados rusos, equipos y tanques han sido desplegados cerca de Ucrania, sin razón. Resulta difícil no ver eso como una amenaza”, replicó, no obstante, Baerbock. Atizando las tensiones, Moscú empezó a desplegar un número indeterminado de soldados en Bielorrusia para unos ejercicios “improvisados” de preparación al combate en las fronteras de la Unión Europea (UE) y de Ucrania.
Bielorrusia limita con Polonia, Lituania y Letonia, miembros de la OTAN y adversarios de Rusia. El viceministro ruso de Defensa, Alexander Fomin, informó a 98 agregados militares extranjeros radicados en Moscú que esas maniobras se iban a celebrar, con el fin de “repeler una agresión externa”.
La primera etapa, la del despliegue, ya empezó y se prolongará hasta el 9 de febrero, y la segunda, operativa, abarcará del 10 al 20 de febrero.
Exigencias inaceptables
En respuesta a una revolución prooccidental en Ucrania, Rusia se anexionó en el 2014 la península ucraniana de Crimea y es en gran parte considerada un apoyo militar de los separatistas prorrusos del este de Ucrania, escenario de una guerra desde hace ocho años
Además de un tratado que prohíba una eventual ampliación de la OTAN —y sobre todo la adhesión de Ucrania y Georgia—, Rusia reclama que los estadounidenses y sus aliados renuncien a realizar maniobras y despliegues militares en Europa del Este.
Unas reivindicaciones que los occidentales tacharon de inaceptables, si bien se dijeron dispuestos a proseguir con las negociaciones con Rusia para evitar un conflicto armado de consecuencias imprevisibles.
Entretanto, el Reino Unido anunció el envío de armamento, como misiles antitanques, a Ucrania, mientras que Kiev se quejaba precisamente de que los países occidentales no parecían darse prisa en reforzar su ayuda militar al país.
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