Lviv. En la misma jornada en la que por primera vez cuatro misiles lanzados por Rusia cayeron cerca de la zona del aeropuerto de la ciudad, considerada hasta hace poco una de las pocas zonas “seguras” de Ucrania, en el corazón de Lviv, tuvo lugar una manifestación de 109 cochecitos vacíos: una protesta simbólica en contra de la atroz muerte de centenares de civiles y, en lo que va de esta guerra absurda, de 109 niños, una cifra terrible y destinada a crecer con el pasar de las horas.
Silenciosa y de lo más simbólica, la protesta se desarrollo en la histórica Ploshcha Rynok, la vieja Plaza del Mercado, de esta ciudad declarada en 1998 por la Unesco Patrimonio Histórico de la Humanidad. Colocados sobre seis filas, los cochecitos vacíos fueron un poderoso mensaje al mundo en rechazo de la masacre de inocentes en curso desde el inicio de la invasión rusa, que comenzó el pasado 24 de febrero y para lanzar un enésimo llamado a a la comunidad internacional para que se establezca una zona de exclusión aérea, la aquí llamada “no fly zone”.
La protesta contó con la presencia del alcalde de Lviv, Andrii Sadovyi, quien en una conferencia de prensa en una famosa y antigua cervecería que da sobre la misma plaza, dio detalles del bombardeo que destruyó una fábrica de reparación de aeronaves cercana al aeropuerto.
El ataque afortunadamente no dejó muertos ni graves daños ya que, en previsión de una agresión a lo que evidentemente podía ser un objetivo, se había trasladado a otra parte todo el material que había en su interior y solo se rompieron los vidrios de un adyacente depósito de autobuses urbanos. Pero el ataque, según destacó el acalde, quien al mejor estilo Volodímir Zelensky vestía para la ocasión una campera verde militar, dejó en claro que “también nosotros estamos bajo ataque”. “Pero estamos preparados, tenemos un sistema de respuesta rápido y fuego antiaéreo”, indicó.
“La actividad de la fábrica estaba detenida desde el comienzo de la guerra. ¿Me preguntan por qué entonces Rusia la atacó? ¿Y entonces por qué atacó el teatro de Mariúpol? ¿Por qué ataca a los civiles?”, se preguntó, combativo. “Porque es como Hitler”, siguió, llamando a Occidente a darle a Ucrania “un sistema de derribamiento de misiles como el israelí”.
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Simbólica y silenciosa protesta con 109 cochecitos vacíos en la plaza del corazón de Lviv, en rechazo de la masacre de civiles, entre los cuales 109 niños #UkraineUnderAttack pic.twitter.com/Vpz5PIfItz
— Elisabetta Piqué (@bettapique) March 18, 2022
La protesta
Sadovyi también se refirió a la silenciosa manifestación de los cochecitos montada en la plaza más emblemática de la ciudad, considerada la “capital cultural” de Ucrania, que gobierna por tercera vez. “La protesta de los cochecitos vacíos en la plaza es un símbolo de los 109 niños muertos hasta ahora en Ucrania, que como ángeles han protegido con su cuerpo el cielo”, dijo.
Unos paneles adyacentes al rectángulo ocupado por los carritos, escritos en ucraniano y en inglés, explicaban que “los chicos se vuelven el objetivo número uno cuando Rusia entra en guerra”. Recordaban que, el 16 de marzo pasado, en un tuit un periodista británico libanés evocaba su experiencia en la terrible y aún inconclusa guerra civil en Siria, en la que Vladimir Putin respaldó a su colega sirio, Bashar al–Assad.
“Espero que los ucranianos aprendan las lecciones que los sirios tuvieron que aprender muy rápido contra los rusos. Nunca revelar las locaciones de los refugios para mujeres y niños, hospitales de campo o filas para comprar pan. Rusia los elegirá como blanco. No revelar las locaciones a las Naciones Unidas. Rusia accederá ellas y las elegirá como blanco”.
“Desafortunadamente, este es un muy alto precio que hemos aprendido”, también se leía en el panel, que evocaba con foto y nombre a los primeros niños asesinados en esta absurda guerra: “Polina, Sofía e Iván son conocidos en toda Ucrania. Fueron las primeras víctimas de esta guerra”.
También denunciaba que fueron un objetivo de los rusos el jardín de infantes de Okhtyrka, en la región de Lugansk; el hospital Okhmadyat de Kiev, el hospital pediátrico y el Teatro Dramático de Mariúpol, edificios residenciales, dormitorios, escuelas y autos donde claramente había sido señalado por escrito que allí había “niños”.
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