Hasakeh. El grupo Estado Islámico (EI) atacó una cárcel en el noreste de Siria donde están recluidos varios de sus miembros y una base militar en Irak, en operaciones casi simultáneas que dejaron al menos 70 muertos y reavivaron el temor a un resurgimiento de la organización yihadista.
De momento, los yihadistas no comentaron los ataques ocurridos la noche del jueves y no hay indicios de que estén coordinados, aunque los analistas afirman que el grupo EI trata de reforzar su arsenal para reorganizarse en ambos países.
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En Siria, los combates comenzaron después de que los yihadistas asaltaran el jueves en la noche la cárcel de Ghwayran, en Hasakeh, que alberga a 3.500 prisioneros acusados de pertenecer al grupo, incluyendo supuestos líderes, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
Al menos 20 miembros de las fuerzas kurdas y 39 combatientes del EI murieron durante los enfrentamientos dentro y en los alrededores de la prisión siria, según el OSDH, basado en el Reino Unido, aunque con fuentes en el terreno. “Varios prisioneros lograron escapar”, añadió la ONG, sin precisar cuántos, estimando que se trata del mayor asalto desde la derrota del EI en el 2019 en Siria, cuando el grupo fue expulsado de su último bastión en el este.
En Irak, once soldados iraquíes murieron en la provincia de Diyala, en el este, en otro ataque nocturno del grupo islamista, según un responsable militar, que pidió el anonimato. “La principal razón (del ataque) es la negligencia de los soldados porque la base está fortificada, hay una cámara térmica, dispositivos de visión nocturna y una torre de vigilancia de cemento”, declaró el gobernador de Diyala, Muthanna al Tamimi.
En Irak, los yihadistas siguen siendo una amenaza y perpetran ataques puntuales contra habitantes de estas zonas y fuerzas de seguridad, sobre todo en la región de Kirkuk y en las provincias de Saladino y Diyala.
‘Resurgimiento del EI’
En Hasakeh, los enfrentamientos provocaron cortes de electricidad y forzaron a cientos de personas a huir. Los combatientes del EI se atrincheraron en las casas cercanas a la prisión, utilizando a veces a los residentes como escudos, mientras las fuerzas kurdas luchaban por recuperar el control de la zona.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), el ejército de facto que gestiona la administración semiautónoma de los kurdos, informaron en un comunicado haber detenido a 89 prisioneros que trataron de escapar. La coalición internacional contra el EI, liderada por Estados Unidos, confirmó el ataque y agregó que las FDS habían sufrido bajas, sin especificar el número de víctimas.
El EI “sigue siendo una amenaza existencial en Siria y no se puede permitir que se regenere”, comentó la coalición en un comunicado el jueves. El grupo EI ganó fuerza en Irak y en la vecina Siria en el 2014, cuando se apoderó de amplios territorios y autoproclamó su “califato”, que finalmente fue derrotado a finales del 2017.
La organización yihadista “mantiene una presencia en gran medida clandestina en Irak y en Siria y lleva a cabo una insurgencia sostenida a ambos lados de la frontera entre ambos países”, según un informe de la ONU publicado el año pasado. En esos dos países, la organización yihadista mantendría “en total unos 10.000 combatientes activos”, de acuerdo con el documento.
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El EI “intenta reorganizar sus tropas y sus actividades en Irak”, consideró el analista iraquí Imed Alau, quien destaca “la mala formación de las fuerzas de seguridad, la falta de seguimiento por parte de los funcionarios, el incumplimiento de las instrucciones y las bajas temperaturas (...) que facilitan” las ofensiva de los yihadistas.
“Las fugas de las cárceles y los motines han sido un elemento central del resurgimiento del EI en Irak y suponen una grave amenaza en Siria en la actualidad”, afirmó por su parte Dareen Khalifa, analista del International Crisis Group. Según las autoridades kurdas, que controlan un amplio territorio en el norte de Siria, unos 12.000 yihadistas de más de 50 nacionalidades están detenidos en cárceles bajo su control.