Damasco
El régimen de Siria anunció este jueves la reconquista de Alepo, segunda ciudad del país, ubicada estratégicamente entre el Mediterráneo y el río Éufrates, con lo cual obtuvo su mayor victoria contra los rebeldes desde el inicio de la guerra en el 2011.
El último convoy de rebeldes y sus familiares abandonó en la noche del jueves, bajo un clima gélido, el este de la ciudad, donde resistieron durante meses una campaña de bombardeos aéreos y terrestres de inusitada violencia.
"Gracias a la sangre de nuestros mártires y a los sacrificios de nuestras valerosas Fuerzas Armadas, así como a las fuerzas auxiliares y aliadas (...), el estado mayor de las Fuerzas Armadas anuncia el retorno de la seguridad en Alepo tras su liberación del terrorismo y de los terroristas, y la salida de los que seguían allí", informó un comunicado del Ejército.
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"Esta victoria representa un giro estratégico (...), subraya la capacidad del Ejército sirio y sus aliados para ganar la batalla contra los grupos terroristas, y plantea las bases de una nueva fase para sacar al terrorismo de todo el territorio de la República Árabe Siria", agregó.
Al perder su bastión, en ruinas a causa de los violentos bombardeos, la rebelión experimenta su peor derrota desde el inicio de la guerra.
Un responsable de los insurgentes reconoció el jueves que ha sido "una gran pérdida" para quienes combaten al régimen de Bashar al-Asad.
"En el plano político es una gran pérdida", expresó Yaser al-Yusef, responsable del buró político del grupo rebelde Nurredin al-Zinki. "Para la revolución es un periodo de retirada y un giro difícil" declaró a la AFP.
El Ejército y el Hezbolá chiita libanés (aliado del régimen) "se han desplegado en el último reducto que controlaba la rebelión, y donde intervendrán los desminadores", indicó el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahman.
Al-Asad se afianza. Con esta victoria, el régimen controla ahora las cinco principales ciudades de Siria: Alepo, Homs, Hama, Damasco y Lattaquié.
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Es una victoria compartida con sus aliados ruso, que irrumpió en el conflicto sirio en setiembre de 2015, e Irán.
La toma de Alepo constituye, en cambio, un fracaso para los aliados de la oposición, como las monarquías del Golfo, Turquía y los países occidentales, que veían en los alzados en armas una alternativa al régimen, que controla el país con mano de hierro desde hace medio siglo.
A causa de la rivalidad entre Rusia y los occidentales, liderados por Estados Unidos, la comunidad internacional se mostró paralizada ante el drama humanitario.
Esta semana, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó, por unanimidad, la supervisión internacional de las evacuaciones de Alepo, cuando en realidad estaban ya a punto de culminar.
Alepo no se apuntó al movimiento opositor prodemocracia que se inició en marzo del 2011. La ciudad cayó en la espiral de la guerra civil en julio del 2012.
Durante una ofensiva inesperada, los rebeldes penetraron y se apoderaron de más de la mitad de la ciudad, echando al Ejército de los barrios del este y del corazón histórico.
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Alepo es una de las ciudades más antiguas del mundo, y pasó así a convertirse en el principal frente del conflicto sirio.
La guerra civil fue ganando complejidad a lo largo de los años, implicando a múltiples actores apoyados por diferentes potencias regionales e internacionales.
La ciudad estaba dividida en dos, y desde el 2012 se sucedieron los bombardeos mutuos y los combates fraticidas entre la parte rebelde y la gubernamental.
Estocada final. Con la entrada en escena de Rusia, oficialmente para combatir a los yihadistas en Siria, empezó a cambiar la situación militar.
El 15 de noviembre, el régimen inició su ofensiva definitiva. Ayudado por bombardeos aéreos incesantes de la Fuerza érea rusa, Alepo se convirtió en una ciudad martirizada.
Entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre, la operación militar costó la vida a más de 465 civiles, entre ellos 62 niños, en el este de Alepo, según el Observario Sirio de Derechos Humanos. Los insurgentes también mataron con sus bombardeos a 142 civiles, entre ellos 42 niños, en la parte oeste.
Al final de la operación militar, un acuerdo apadrinado por Rusia e Irán -aliados del régimen-- y por Turquía, que apoya a la rebelión, permitió el traslado de civiles y rebeldes.
Antes de la guerra vivían en el este de Alepo unas 250.000 personas.
Con esta reconquista, el régimen puede pasar ahora a la lucha por las regiones rurales, empezando por Idlib (noroeste), vecina de Alepo, donde los rebeldes y yihadistas han formado una coalición.
Desde el 2011, la guerra siria se ha cobrado más de 310.000 muertos.