Lagos. AFP. El grupo islamista armado Boko Haram era originalmente una secta que seducía a la juventud desocupada del norte de Nigeria con un discurso crítico hacia un régimen corrupto.
Su fundador, Mohamed Yusuf , que preconizaba un islam radical y severo, acusaba a los valores occidentales instaurados por los colonos británicos de ser responsables de todos los males del país.
Así sedujo a la juventud pobre de Maiduguri, la capital del estado de Borno.
Según Yusuf, “un Estado laico no puede aplicar correctamente la ley islámica. El objetivo, por lo tanto, es instaurar una república islámica”, según el investigador francés Marc-Antoine Pérouse de Montclos.
Recluta sobre todo entre los “almajirai”, los estudiantes coránicos itinerantes cuyas familias son demasiado pobres para darles una educación.
También recibe el apoyo de personas educadas que, desde comienzos del 2000, consideraban que la educación occidental corrompe el islam tradicional.
En el 2009 se produjeron enfrentamientos entre Boko Haram y la Policía en Maiduguri. El Ejército mató a 700 personas y capturó a Yusuf, quien fue ejecutado.
El movimiento se volvió totalmente clandestino y los dirigentes que lograron escapar se fueron al extranjero. “Entonces fueron atraídos por un movimiento yihadista internacional que los convenció de la futilidad de la protesta pacífica”, expuso Montclos.
Al salir de la clandestinidad, los jefes de Boko Haram pasaron a una etapa superior. Ya no se trataba únicamente de querer aplicar la ley islámica en Nigeria, sino también de desestabilizar el Estado con una estrategia terrorista destinada a crear el pánico.
Abubakar Shekau , el brazo derecho del jefe ejecutado, lo reemplazó en la dirección de la organización Boko Haram.
Luego se produjo una escalada de violencia, con decenas de ataques que dejaron varios miles de muertos, contra escuelas, iglesias, mezquitas y símbolos del Estado, sobre todo en el noreste. Destaca el atentado contra la sede de Naciones Unidas que dejó 23 muertos en Abuya, en agosto del 2011.