Houston, EE. UU. Los primeros soldados de la Guardia Nacional de Estados Unidos comenzaron a llegar a la frontera con México, mientras funcionarios del Gobierno federal seguían analizando qué pueden hacer para frenar la inmigración irregular.
Los gobernadores de Texas, Arizona y Nueva México -todos republicanos- se comprometieron el lunes a enviar 1.600 miembros de sus respectivas Guardias Nacionales estatales a la frontera, concediendo así a Donald Trump buena parte del contingente que el presidente pidió para luchar contra lo que considera como una crisis migratoria y delictiva.
El único estado fronterizo que se abstuvo de participar fue California, gobernado por el demócrata Jerry Brown, quien no anunció aún si la Guardia Nacional estatal participará en la campaña y que se ha enfrentado repetidamente con Trump por su política migratoria.
De acuerdo con la ley federal que Trump invocó en la proclama en la que pidió el envío de tropas de la Guardia Nacional, los gobernadores retendrán el mando y el control de elementos y el Gobierno federal asumirá el costo de la operación.
La Guardia Nacional es una milicia con uniformes militares que organiza cada uno de los 50 estados y territorios de la nación, y que tiene el reconocimiento del Gobierno federal, por lo que sirve también como una fuerza militar de reserva.
Sus soldados pueden servir en combate y en misiones de apoyo, como ocurrió durante los disturbios de Los Ángeles en 1992 o de rescate en caso de desastres.
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Las autoridades californianas siguen estudiando la petición de la Casa Blanca, dijo el portavoz de Brown, Evan Westrup.
Razón del despliegue
Trump manifestó la semana pasada que quiere enviar entre 2.000 y 4.000 miembros de la Guardia Nacional a la frontera con México, debido “al desgobierno que continúa en nuestra frontera sur”.
El gobierno de Trump sostiene que el aumento de las detenciones en la frontera con México, que están en línea con las tendencias estacionales de los últimos años, requiere una respuesta inmediata.
Los arrestos están muy por debajo de su máximo histórico durante los gobiernos de los expresidentes George W. Bush y Barack Obama, que también desplegaron a la Guardia Nacional en la frontera.
Una caravana de migrantes centroamericanos que se dirigía hacia el norte se detuvo en la Ciudad de México.
Trump los había criticado días antes de presentar su plan para reforzar la seguridad en la frontera. Los organizadores de la caravana dijeron que nunca tuvieron la intención de llegar hasta allí.
El secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, expresó que su gobierno evalúa su cooperación con Washington.
En un discurso a un grupo de soldados que se preparaban para partir a la frontera desde una base militar en Phoenix, el gobernador de Arizona, Doug Ducey, recordó que “la misión consiste en proporcionar mano de obra y recursos para apoyar a las agencias policiales federales, estatales, de los condados, tribales y locales para detener el flujo de delincuentes, narcóticos, armas y municiones que están siendo traficados a nuestro estado”.
Por su parte, el gobernador de Texas, Greg Abbott, declaró a la emisora de radio KTSA de San Antonio que su contingente aumentará en 300 efectivos semanalmente hasta alcanzar al menos los 1.000 soldados.
Algunos miembros de la Guardia Nacional estarán armados si son enviados a sitios donde pudieran enfrentar algún peligro, advirtió Abbott, quien añadió que quería “minimizar cualquier idea” de que “nuestra Guardia Nacional se está presentando con bayonetas militares para acometer a cualquiera que esté cruzando la frontera, porque ese no es su papel”.