Batna, Argelia
La argelina Nawel permitió a su marido poner fin a 16 años de diálisis al donarle un riñón. Pero en su país, como en todo el Magreb —países al norte de África— muchos pacientes mueren por falta de órganos, a menudo debido a tenaces prejuicios que frenan la donación.
En Argelia, leyes restrictivas frenan las extracciones a los difuntos, y la gente se muestra reticente a donar órganos por motivos culturales o religiosos que, según algunos médicos y teólogos, son infundados.
Bubaker Ziani, de 47 años, se negó durante mucho tiempo a recibir el riñón que le ofrecía su esposa, Nahel, porque no quería hacerle correr ningún riesgo. Pero, como ella no soportaba ver a su marido tan débil y como el trasplante era la única opción, él acabó cediendo.
Lo operaron en el Centro Hospitalario Universitario de Batna, a 435 km al este de Argel, uno de los dos "centros de referencia" para los trasplantes de riñón en el país, gracias a un joven equipo multidisciplinario.
"Me siento como un recién nacido", dice Ziani, con lágrimas, tras un trasplante exitoso.
Obstáculos
La ley argelina establece que una persona viva solo puede donar órganos a sus padres, sus hijos, su hermano, su hermana y su pareja, lo cual limita las posibilidades de trasplante.
Y, además, se necesita el consentimiento de la familia para extraer un órgano a un fallecido, en un país donde la mayoría de la gente se opone a las donaciones por falta de información, recelos hacia el personal médico o el temor a infringir las normas religiosas.
Respecto a este último aspecto, el teólogo Kamel Shekkat, miembro de la asociación de ulemas de Argelia, asegura que, "desde el punto de vista religioso, nada se opone a la donación de órganos ni a su extracción de cadáveres".
Según él y otros teólogos musulmanes, la donación es incluso "una limosna continua" (sadaqa jâriya), una expresión que designa en el islam una buena acción que sigue tras la muerte de su autor.
En el 2015, solo se trasplantaron dos riñones de un donante fallecido en Argelia, según el Observatorio Mundial sobre la Donación y el Trasplante (GODT). Y se extrajeron los órganos de apenas una decena de difuntos en Marruecos o en Túnez, donde la situación es similar a la de Argelia.
"La donación de órganos (...) no consigue arraigar en Marruecos, a pesar de que no haya ninguna prohibición médica, ni legal, ni religiosa", se lamentaba hace poco Said Sabri, responsable de la Asociación Marroquí de Donación de Órganos.
En Túnez, "como en todos los países del Magreb (...) la donación de personas fallecidas sigue siendo mínima", sobre todo por el rechazo de las familias, asegura Rafika Bardi, directora del Centro Tunecino para la Promoción del Trasplante de Órganos.
Para cambiar esta situación, Argelia estudia una modificación a la ley para permitir que todas las personas indiquen por escrito si autorizan o rechazan la donación de sus órganos en caso de fallecimiento, una forma de superar el obstáculo de las familias.
Los expertos consideran, sin embargo, que esta iniciativa es insuficiente, y reclaman la creación de una "lista de rechazos", donde se apuntarían quienes se opongan a donar sus órganos. De este modo, todas las personas que no figuren en esa lista podrían considerarse como donantes. Esa medida, que ya está en vigor en países como Francia, también se solicita en Túnez.