Kabul. Los talibanes siguen asentándose en el poder de Afganistán con pasos hacia una normalización económica, como el anuncio del retorno de los vuelos comerciales justamente en el aniversario número 20 de los atentados del 11 de setiembre en Estados Unidos.
Esos ataques cambiaron la historia de Afganistán y supusieron el principio del fin del primer régimen talibán (1996– 2001), derrocado meses después por una coalición internacional liderada por Estados Unidos que lo acusó de cobijar al líder de al–Qaeda, Osama bin Laden, responsable de los atentados.
Dos décadas de presencia occidental terminaron a finales de agosto con el movimiento islamista sunita nuevamente en el poder, tras una fulgurante ofensiva contra el gobierno que los llevó hasta Kabul el 15 de agosto.
“Este es un día para Estados Unidos, no para Afganistán”, estimó Muhamad Alzoad, empleado de un banco. Para él, el 11 de setiembre “no tenía nada que ver con Afganistán, pero nos hizo sufrir”.
El caótico final del conflicto, el más largo en la historia de Estados Unidos, sigue causando polémica en el país norteamericano, que recordaba este sábado a las casi 3.000 víctimas de esos atentados yihadistas.
El presidente Joe Biden defendió nuevamente su decisión de retirar las tropas de Afganistán y su predecesor, Donald Trump, arremetió contra la “administración inepta” del actual mandatario.
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Primer vuelo comercial
Mientras, en Kabul, los talibanes tratan de consolidar su poder y ofrecer una imagen de normalidad al exterior.
En un paso hacia la normalización económica, el aeropuerto de Kabul recibirá el lunes un primer vuelo comercial desde que los talibanes tomaron el poder el mes pasado, procedente de Islamabad.
“Tenemos todas las autorizaciones técnicas para las operaciones aéreas”, dijo el sábado a la AFP Abdullah Hafeez Khan, portavoz de Pakistan International Airlines (PIA), la aerolínea nacional de Pakistán.
“Hasta este momento hemos recibido 73 solicitudes” de pasajeros interesados “lo que es muy alentador”, añadió, estimando que procedían sobre todo de organizaciones humanitarias y periodistas que desean ir a Kabul.
A finales de agosto, el aeropuerto de Kabul vivió momentos de caos durante la evacuación de 123.000 personas en dos semanas, una operación manchada por el sangriento atentado suicida reivindicado por el Estado Islámico, en el que murieron más de 100 personas.
Los talibanes se han esforzado por volver a ponerlo en funcionamiento con ayuda técnica de Catar.
Dos vuelos, pero no comerciales, despegaron de Kabul el jueves y viernes, con destino Catar, con personas a bordo que querían salir del país, la mayoría de ellas con pasaporte extranjero.
Dos aviones procedentes de Emiratos Árabes Unidos aterrizaron el sábado con suministros que incluían carne, leche en polvo, aceite de cocina y otras provisiones, afirmó un equipo de la AFP a bordo.
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Protestas restringidas
Aunque los talibanes prometieron una gestión más abierta que en el pasado, algunas de sus primeras acciones parecen ir en sentido contrario.
En los últimos días reprimieron violentamente las protestas que estallaron contra su gobierno en Kabul y otros lugares y mataron a tiros a dos personas.
También detuvieron y golpearon brutalmente a algunos periodistas que cubrían esas manifestaciones, que luego fueran prohibidas si no disponían de autorización judicial.
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Sin embargo, el sábado se permitió a decenas de mujeres cubiertas con un velo negro integral manifestar en apoyo a los talibanes.
Asimismo, unas 300 mujeres vestidas de forma similar se reunieron en una sala de conferencias de una universidad de Kabul para escuchar a los oradores ensalzar las virtudes de las políticas de los talibanes.
“Estamos en contra de esas mujeres que protestan en las calles pretendiendo representar a las mujeres afganas”, dijo una de las participantes.
Durante su primer régimen, los talibanes pisotearon los derechos de las mujeres y restringieron sus libertades más simples, como estudiar, trabajar o salir a la calle solas.
Esta vez, los talibanes han dicho que se permitirá a las mujeres asistir a la universidad siempre y cuando las clases estén segregadas por sexo o, al menos, separadas por una cortina.
El nuevo régimen también anunció que prohibirá la práctica de deportes a las mujeres, incluyendo el críquet, considerado el deporte nacional.
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