Washington
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este martes que visitará la próxima semana Puerto Rico, arrasado por el huracán María, en medio de una controversia por su demora en responder a la creciente crisis humanitaria en ese territorio estadounidense en el Caribe.
"Iré a Puerto Rico el martes" próximo, dijo Trump a periodistas en la Casa Blanca, señalando que fijó la fecha del 3 de octubre para no interferir con los esfuerzos de recuperación.
"Esa gente es muy importante para todos nosotros", dijo el presidente. "Hemos mandado enormes cantidades de alimentos y agua".
Trump anunció su viaje mientras su gobierno es acusado de no asistir a Puerto Rico con la misma urgencia que lo hizo con Florida y Texas, dos estados fuertemente golpeados por huracanes en las últimas semanas.
Sin embargo, el mandatario estadounidense estimó que el envió de ayuda a Puerto Rico, por ser una isla, se hacía más complicado que para Texas y Florida. Un poco antes, había aumentado los fondos federales destinados a las labores de socorro y reconstrucción.
Puerto Rico, un Estado Libre Asociado a Estados Unidos desde 1952, recibió el impacto de dos potentes tormentas, Irma y María, que dejaron a la mayor parte de sus 3,4 millones de habitantes sin agua corriente, electricidad y comunicaciones.
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El agua, la comida y el combustible escasean en la isla y tanto residentes como autoridades han hecho pedidos de ayuda a Washington cada vez más desesperados.
"Es la vida o la muerte", dijo el martes Carmen Yulin Cruz, alcaldesa de San Juan, la capital puertorriqueña y donde viven unas 400.000 personas. "Hay personas que no tienen ni comida ni agua desde hace 14 días", señaló a CBS News.
El salsero boricua Marc Anthony le pidió a Trump en un tuit, con palabra grosera incluida, que deje de hablar de la Liga Nacional de Football Americano (NFL) y "haga algo" en el "necesitado Puerto Rico", en referencia a la polémica reciente del presidente y los jugadores de football americano.
"También somos ciudadanos estadounidenses", dijo.
Apelando a una "acción rápida" de la administración Trump y del Congreso, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, también recordó que la isla "es parte de Estados Unidos" y recalcó la necesidad de "apoyo total" del gobierno.
"Lo que Puerto Rico está experimentando después del huracán María es un desastre sin precedentes", dijo en un comunicado el lunes, afirmando temer una "crisis humanitaria". "La devastación es enorme".
El martes, Roselló publicó en Twitter fotos de la videollamada que mantuvo con Trump.
Aunque son estadounidenses, los residentes de Puerto Rico, en su mayoría de habla hispana, no pueden votar en las elecciones presidenciales y la isla tiene sólo un representante sin derecho de voto en el Congreso en Washington.
"La crisis para estos estadounidenses necesita más atención y más urgencia del Ejecutivo", tuiteó el senador republicano Ben Sasse.
Para el representante demócrata Adam Smith, la respuesta de Trump a la crisis es "totalmente inadecuada". "Es una vergüenza", dijo en un comunicado.
La agencia federal de gestión de emergencias FEMA rechazó las críticas y dijo que hay más de 10.000 funcionarios en Puerto Rico y las vecinas Islas Vírgenes estadounidenses. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, también desestimó los cuestionamientos.
"Hemos hecho movimientos sin precedentes en términos de fondos federales para atender a la gente de Puerto Rico", dijo.
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Pero en Puerto Rico, las vías siguen bloqueadas, hay muchas casas sin techo, el agua corriente apenas si está regresando. Y un calor insoportable echa a perder la comida, volviendo imprescindibles las barras de hielo, que tampoco duran mucho.
"Hay mucho desespero", dijo a la AFP Nysha Colón, residente de la isla. "El gobierno ha puesto un poco de su parte, pero he tenido problemas para echar gasolina (...) He tenido que levantarme a las 4 de la mañana para hacer filas de seis horas, cuatro horas", contó esta empleada de hotel de 30 años.
Trump declaró la semana pasada a Puerto Rico como "zona de desastre", con lo cual puede recibir ayuda federal, y rompió su silencio con tuits el lunes en los que reconoció los "serios problemas" de la isla por los daños en infraestructura y la deuda que ya lo acosaba antes de los huracanes.
Puerto Rico, que se declaró en mayo en bancarrota fiscal, tiene una deuda pública de 73.000 millones de dólares y una economía con una década de estancamiento.
El republicano Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, prometió este martes más ayuda del Congreso.
"Este es nuestro país y estos son nuestros conciudadanos", afirmó, asegurando que Puerto Rico recibirá el mismo apoyo que Texas y Florida.