Washington. Ucrania quiere que sus últimos defensores en Mariúpol luchen “hasta el final”, al contrario del ultimátum lanzado por Rusia este domingo, que pedía a las fuerzas ucranianas deponer las armas en esta estratégica ciudad portuaria del sureste del país.
“La ciudad no ha caído. Nuestras fuerzas militares, nuestros soldados todavía están allí. Lucharán hasta el final”, aseguró Denys Shmygal, el primer ministro ucraniano, en una entrevista con la cadena estadounidense ABC.
Las declaraciones del primer ministro se producen poco después de que expirara el ultimátum de Moscú, que pidió a los últimos soldados ucranianos atrincherados en un enorme complejo metalúrgico de Mariúpol abandonar la lucha y dejar el lugar antes de la 1:00 p.m. (hora local).
“Todos aquellos que hayan depuesto las armas tendrán la garantía de salvar la vida (...) Es su única oportunidad”, indicó en Telegram el Ministerio ruso de Defensa.
Las fuerzas rusas anunciaron asimismo haber bombardeado este domingo otra fábrica militar en las afueras de Kiev, en un momento de intensificación de los ataques en torno a la capital ucraniana, tras la destrucción del buque insignia de su flota en el mar Negro.
Pero los ataques de Moscú se centran sobre todo en el este y el sur del país. La conquista de Mariúpol, donde la situación es “inhumana” según el líder ucraniano Volodimir Zelenski, supondría una importante victoria para Moscú.
Con 440.000 habitantes antes de la guerra, representa el último obstáculo para garantizar el control de Rusia en la franja marítima que va desde los territorios separatistas prorrusos del Donbás hasta la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014.
Rusia asegura controlar casi toda la ciudad, algo que Shmygal negó durante la entrevista con ABC.
El presidente ucraniano señaló que solo había “dos opciones”: el suministro desde los países occidentales de “todas las armas necesarias” para romper el largo asedio de la ciudad o “la vía de la negociación” en la que “el rol de los aliados debe ser igualmente decisivo”.
Zelenski afirmó en una entrevista al canal estadounidense CNN que invitó al presidente francés, Emmanuel Macron, a visitar a Ucrania.
El objetivo de la visita sería que compruebe con sus propios ojos que las fuerzas rusas están cometiendo un “genocidio”, un término que el líder galo se ha negado a usar hasta ahora, detalló el gobernante ucraniano.
Putin “cree ganar la guerra”
El papa Francisco llamó este domingo a “escuchar el clamor de la paz” en esta “Pascua de guerra”, y aludió a una “Ucrania martirizada”, en su bendición “urbi et orbi” ante 50.000 fieles en la plaza San Pedro de Roma.
Por otra parte, según el canciller austríaco Karl Nehammer, que se reunió con Vladimir Putin hace casi una semana, el presidente ruso piensa que está ganado la guerra desencadenada por su invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Shmygal, el primer ministro ucraniano, rechazó estas afirmaciones del líder ruso y recordó que “ni una sola gran ciudad” ucraniana había caído.
Por su lado, el jefe de gobierno italiano Mario Draghi lamentó en entrevista al diario Il Corriere della Sera la aparente ineficacia del “diálogo” con Putin, al constatar que no ha impedido que el “horror” prosiga en Ucrania.
La creación de corredores humanitarios en algunas zonas sigue siendo por ejemplo un rompecabezas. Las autoridades ucranianas informaron este domingo que a falta de un acuerdo con los rusos para un cese el fuego suspenderán por el día la evacuación de civiles desde el este del país.
“Esta mañana, no logramos negociar un cese el fuego en los itinerarios de evacuación con los ocupantes [rusos]. Por este motivo lamentablemente, no vamos a abrir corredores humanitarios hoy”, escribió en Telegram la viceprimera ministra Irina Vereshchuk.
La dirigente indicó que las autoridades hacen lo posible para que los corredores humanitarios vuelvan a abrir “lo antes posible”.
Vereshchuk también exigió la apertura de una vía para evacuar a los militares heridos en la ciudad de Mariúpol.
Reorientar la campaña.
Aunque ha reorientado su campaña militar al este y al sur, Rusia ha vuelto a bombardear en los últimos días la capital tras el hundimiento de su buque insignia en el mar Negro, el crucero “Moskva”, que Ucrania asegura haber alcanzado con misiles antibuques Neptune.
Moscú niega esta versión y atribuye el hundimiento a un incendio.
El ataque este domingo a una fábrica militar cerca de Kiev estuvo precedido el viernes por el bombardeo de una fábrica también cerca de la capital donde precisamente se producían los misiles Neptune.
En el este, donde se prevé la próxima gran batalla de esta guerra, una serie de ataques dejó cinco muertos y 20 heridos en Járkov, la segunda urbe del país.
“¿Sabe cuando un perro oye un ‘bum’ y todo su cuerpo se pone a temblar aunque el ruido esté lejos? Ahora estoy así”, dijo Zinaida Nestrizhenko, de 69 años, acurrucada junto a una carretera de Járkov con su gato.
Por su parte el Ministerio de Defensa ruso dijo el domingo que “misiles de alta precisión destruyeron depósitos de combustible y municiones” en Barvinkove (región de Izum) y Dobropillia (región de Donetsk), también en el este.
Y en los alrededores de Lugansk, “el bombardeo constante de la región continúa”, dijo el domingo su gobernador ucraniano, Sergei Gaidai.
En la localidad de Zolote “atacaron deliberadamente un edificio de cinco plantas (...) dos personas murieron y cinco resultaron heridas”, añadió.
Aunque no se han implicado directamente en el conflicto, los miembros de la OTAN han suministrado un amplio apoyo armamentístico a Ucrania que ha ido en aumento a medida que avanza la guerra.
Rusia advirtió en una nota diplomática a Estados Unidos contra el envío de armas “más sensibles” a Ucrania, que ponían “combustible en el fuego” y podrían provocar “consecuencias imprevisibles”, según indicó el diario The Washington Post.
Unos 4,8 millones de personas han huido de Ucrania desde el 24 de febrero, según la ONU, que precisa que 40.200 refugiados más dejaron su país en las últimas 24 horas.