Ottawa. Viven muy lejos pero observan la crisis de cerca: preocupados e indefensos, los miembros de la diáspora ucraniana en Canadá –la segunda más grande del mundo– son pesimistas sobre el futuro de Ucrania.
“A pesar de todas las dificultades, siempre tuvimos el sueño de que las cosas progresaran como en un país europeo normal”, dijo Michael Lichacz, nacido en Montreal hace 77 años de padre ucraniano, a la AFP. Pero la crisis actual entre Rusia y Ucrania “es peor que una pesadilla”, indicó Lichacz, que habla ucraniano con fluidez, mientras compraba en una tienda de comestibles que vende productos de Europa del este.
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Las tensiones aumentaron constantemente en los últimos meses. Occidente acusa a Moscú del despliegue de más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania para una posible ofensiva. Rusia, por su parte, exige garantías para su seguridad, fundamentalmente que Ucrania permanezca fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Varias olas
Lichacz admitió estar abrumado por esta situación. Sus abuelos formaron parte de “la primera ola” de inmigrantes ucranianos que llegaron a Canadá hace más de un siglo, antes de la Primera Guerra Mundial. La segunda gran ola se produjo entre las dos guerras, cuando los inmigrantes fueron acogidos por las comunidades ya establecidas, principalmente en las Praderas (región del centro del país).
Una tercera ola se produjo después de la Segunda Guerra Mundial. Según el último censo del 2016, casi 1,4 millones de canadienses (el 3,8% de la población) son de origen ucraniano y la mayoría nació en Canadá. “Estamos muy nerviosos por la escalada de tensiones por parte del presidente y las fuerzas rusas”, explicó a la AFP Ihor Michalchyshyn, que está al frente del Congreso de Canadienses Ucranianos (CUC), una organización que pretende ser la portavoz de la comunidad en el país norteamericano.
En referencia a la constante presión de Rusia sobre Ucrania y a “una serie de agresiones”, el CUC instó a Canadá a “enviar armas” y “tomar medidas” contra Moscú. Un escenario de “pesadilla”, que dijo que tendría repercusiones en todo el mundo, sería “una invasión a gran escala de las fuerzas aéreas y terrestres rusas”.
Respaldo de Canadá
En Alberta, una provincia rica en tierras agrícolas y con la segunda comunidad ucraniana más grande después de Ontario, los temores y las aprensiones no son menos agudas. “Estoy muy preocupada. Todo el mundo lo está, todo el mundo sabe de lo que es capaz (el presidente ruso, Vladimir) Putin”, dijo a la AFP Valentina, que vive en Edmonton desde hace una década y prefirió no revelar su apellido.
Nacida en una localidad a 200 km de Kiev, la joven dijo estar inquieta por su hermano y los miembros de su familia que viven allí, y teme que se degenere la situación. “Todo el mundo sabe que el ejército ruso es más fuerte que el de otros países”, dijo por teléfono esta mujer de 35 años, que trabaja en la cocina de un restaurante ucraniano en la capital de Alberta.
Todos esperan que los esfuerzos diplomáticos de los aliados de la OTAN valgan la pena e instan a Canadá a aumentar su ayuda al gobierno ucraniano. Tras la concesión la semana pasada de un préstamo de $120 millones canadienses ($93,8 millones estadounidenses) a Ucrania para apoyar la economía, el gobierno de Justin Trudeau anunció este miércoles que prolongará una misión de formación de las fuerzas armadas ucranianas y que enviará personal y material militar no letal, como chalecos antibalas o equipo óptico.
“Las fuerzas armadas rusas están en la frontera y nadie sabe exactamente qué va a pasar”, aseguró Michael Shwec, miembro del CUC de Quebec, quien recordó el precedente del 2014 con la invasión y anexión de Crimea por Moscú.
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