Damasco y Adén. AFP. En lo que calificó como una respuesta a los bombardeos del régimen de Siria y su aliado ruso, el Estado Islámico (EI) lanzó este lunes varios atentados terroristas que cobraron 148 vidas.
Esa arremetida contra dos bastiones del gobierno de Bashar al-Asad en la costa del país, fue uno de los peores ataques desde el inicio del conflicto, en marzo del 2011. El EI, al atribuirse los atentados, advirtió de que habrá represalias “peores”.
Yemen también fue blanco del grupo yihadista. Un doble ataque contra reclutas de las Fuerzas Armadas y contra una base militar en la ciudad de Adén mató a 41 personas.
Esa acción en Adén, sede temporal del Gobierno, después de que los rebeldes echaron a las autoridades de la capital del país, Saná, es la reacción a una importante operación militar contra los yihadistas en varias zonas del sur y del sureste de Yemen.
En el primer ataque, un suicida accionó su cinturón explosivo en medio de un grupo de jóvenes reclutas que hacían fila para enlistarse en un centro de reclutamiento cerca de la base de Badr en Jor Maksar. Había al menos 34 personas, informó el general Naser al-Sare.
Una posterior explosión dentro de la base mató a siete soldados, añadió.
Ofensiva inédita. En lo que a Siria respecta, los bombazos contra Tartús y Jableh son inéditos, pues estas ciudades habían permanecido relativamente al margen de la guerra en el país. También son los más sangrientos desde hace 30 años en estos bastiones alauitas , la rama chiita minoritaria a la que pertenece al-Asad.
Los ataques llegan en un momento en que el EI se ve sometido a una creciente presión militar tanto en Siria como en Irak, donde las fuerzas gubernamentales lanzaron el lunes una ofensiva para expulsar a los yihadistas de la ciudad de Faluya.
La serie de atentados de este lunes en Siria empezó alrededor de las 9 a. m. (6 GMT) ) en Tartús, cuando dos kamikazes se hicieron estallar en el interior de la estación de autobuses, antes de que un coche bomba detonara en el exterior de la terminal.
Un cuarto de hora después, en Jableh –60 km más al norte–, se produjeron explosiones en la estación de autobuses, la compañía de electricidad y dos hospitales.
En total, hubo tres atentados suicidas y cuatro con coches bomba, indicó la Policía.“Es la primera vez que oímos explosiones en Tartús y que vemos muertos y cuerpos desmembrados”, expresó Shadi Osman, empleado bancario, de 42 años.
Según Human Rights Watch (HRW) , estos atentados, dirigidos adrede contra civiles, podrían constituir “crímenes de guerra”.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) estableció a mediodía un último balance de 148 muertos, la mayoría en Jableh, mientras la agencia oficial Sana mantenía su balance de 78 fallecidos.
El EI afirmó, en un comunicado, que actuaba en respuesta a los bombardeos del régimen y su aliado ruso, y advirtió de que habría represalias aún “peores”.
Las ciudades de Tartús y Jableh albergan, respectivamente, la base marítima y el aeropuerto militar del contingente ruso, que apoya a las fuerzas gubernamentales del régimen del presidente Bashar al-Asad.
Estos atentados “reflejan otra vez la fragilidad de la situación en Siria y la necesidad de tomar medidas enérgicas para reactivar el proceso de paz”, reaccionó tras los ataques el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, cuyo país lleva a cabo desde hace ocho meses bombardeos contra los adversarios del régimen de al-Asad.
Se trata de los atentados más sangrientos desde el 16 de abril de 1986, cuando explotaron varias bombas en Tartus y otras localidades cercanas, causando 144 muertos.