WASHINGTON (AFP) - El Congreso estadounidense está a la búsqueda de una nueva fórmula para el tema iraquí, mientras que la impaciencia gana a los más fieles aliados de la Casa Blanca, que demandan un "Plan B" si no aparecen progresos tangibles de aquí a septiembre.
Reunidos a puertas cerradas, los demócratas de la Cámara de Representantes buscaban desde el martes alcanzar un nuevo voto sobre Irak a partir del viernes próximo, diez días después del veto presidencial que bloqueó su intento de imponer que las tropas estadounidenses comiencen a salir de Irak en octubre.
Frente al imperativo de liberar unos cien mil millones de dólares reclamados por el Pentágono para financiar sus operaciones en Irak y en Afganistán para los últimos meses de 2007, los adversarios del presidente George W. Bush podrían exigir el cumplimiento de ciertos objetivos al gobierno iraquí.
Podrían también decidir liberar los fondos de a poco, en función de los progresos obtenidos. Este enfoque de cuenta-gotas es firmemente rechazado por la Casa Blanca, preocupada por el "mensaje" que enviaría a los aliados de Estados Unidos.
El Partido Republicano de Bush ha denunciado esta solución, pero eso no impide a los aliados de la Casa Blanca dar cada vez más señales de impaciencia.
"Cuando lleguemos a septiembre-octubre, los legisladores (republicanos) van a querer saber cómo marcha", y si no marcha, van a querer saber "cuál es el 'Plan B'", dijo el domingo a la cadena Fox el jefe republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner.
Para septiembre el jefe de la fuerza multinacional en Irak, el general David Petraeus, estima que se podrán sacar las primeras conclusiones de la estrategia anunciada en enero, que se basa en el envío de refuerzos.
Unos 146.000 militares se encuentran actualmente en el país, y esos efectivos deberían elevarse a 160.000 en junio.
El Pentágono por otro lado anunció el martes haber dado la orden a diez brigadas de combate de movilizarse entre agosto y diciembre, lo que permitiría mantener el nivel de refuerzos hasta fin de año si fuera necesario.
Los demócratas se valieron inmediatamente de la declaración de Boehner para subrayar el creciente aislamiento de la administración Bush, cuya gestión de la guerra en Irak es desaprobada por dos tercios (67%) de los estadounidenses, según un sondeo del diario USA Today del martes.
"Estamos contentos de ver (a Boehner) asumir nuestra posición, la cual es que este compromiso en Irak no debe ser indefinido", declaró el lunes el jefe de la mayoría del Senado, Harry Reid. "Sé que no está solo", añadió.
La senadora republicana centrista Olympia Snowe tiene su solución, cercana a la de los demócratas: si en cuatro meses (para septiembre) el gobierno iraquí no alcanza una serie de objetivos (especialmente en cuanto al desarme de las milicias y distribución de los ingresos petroleros), debería dar comienzo un retiro progresivo de tropas.
"Debemos darle al general Petraeus una oportunidad de ver si eso funciona", dijo Snowe a la cadena de televisión CBS, el sábado, señalando que "la paciencia de los estadunidenses se está acabando".
La semana pasada, el jefe de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, había blandido la amenaza de "consecuencias económicas" para el gobierno iraquí si no cumplía con los objetivos de reforma fijados por Estados Unidos.
© 2007 AFP