El Cairo
El secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, William Burns, y otros emisarios internacionales intensificaban este lunes las gestiones diplomáticas para encontrar una solución a la crisis política provocada en Egipto por el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi el 3 de julio.
Los emisarios internacionales prolongaron su visita y mantuvieron varios encuentros con el nuevo gobierno y partidarios del derrocado presidente.
En la noche, el secretario de Estado adjunto estadounidense entrevistó con Jairat al Shater, adjunto del Guía supremo de los Hermanos Musulmanes.
Burns, que sorprendió a los observadores al defender claramente el golpe militar, se entrevistó poco antes con el jefe del ejército y hombre fuerte del país, Abdel Fatah al Sisi.
Acompañado por sus homólogos catarí y emiratí y por el representante de la UE, Bernardino Leon, Burns pudo acceder a la celda de Shater, en el sector de alta seguridad de la cárcel de Tora, en los suburbios de El Cairo, donde también está detenido el expresidente Hosni Mubarak, derrocado por una revuelta popular a inicios de 2011, precisó la agencia oficial Mena.
Jairat al Shater, personalidad influyente de la poderosa cofradía y uno de sus más importantes financieros, será juzgado a partir del 25 de agosto con otras cinco figuras del movimiento islamista, entre ellos el Guía Mohamed Badie y su segundo adjunto, Rachad Bayoumi.
Están acusados de "incitación a asesinato" de manifestantes anti Mursi durante el ataque de su oficina central en El Cairo el 30 de junio, coincidiendo con las manifestaciones masivas que llevaron a la destitución de Mursi por parte del ejército.
Ningún detalle se ha filtrado sobre lo abordado durante las entrevistas, pero Burns intentó probablemente que Hermanos Musulmanes cambiaran de posición.
El sábado no logró un acuerdo por parte de su brazo político, el Partido de la Libertad y de la Justicia (PLJ), que sigue rechazando dialogar con las nuevas autoridades, que considera "ilegítimas".
En un país donde los enfrentamientos al margen de las movilizaciones rivales pro y anti Mursi causaron ya más de 250 muertos desde fines de junio, tanto el gobierno instalado por los militares como los partidarios de Mursi se aferran a sus posiciones, haciendo temer nuevos actos de violencia.
Aunque el general Al Sisi aseguró el domingo a dirigentes islamistas que "todavía había posibilidades de una solución pacífica", el nuevo gobierno aumentó recientemente las advertencias a los manifestantes pro Mursi que siguen en dos plazas de El Cairo desde hace más de un mes, amenazándolos con dispersarlos a la fuerza si no se van "rápidamente" de allí.
La comunidad internacional teme que que la dispersión por la fuerza de las sentadas, en las que los manifestantes están replegados con mujeres y niños, genere una masacre.
Por su lado, los islamistas llaman casi diariamente a los pro Mursi a realizar nuevas manifestaciones, incitando a que "millones" de personas salgan a marchar frente a sedes militares o de seguridad, llamados que son cada vez menos seguidos.
Los islamistas afirman que quieren defender la "legitimidad" de Mursi, primer presidente electo democráticamente en el país, mientras que los detractores del ex jefe de Estado lo acusan de haber acaparado el poder en beneficio de su cofradía sin haber logrado mejorar la situación económica de millones de egipcios.
Frente al bloqueo político, que continúa, Burns abogó ante el general Al Sisi por que todas las fuerzas del país estén asociadas al plan que anunció en la televisión durante el golpe militar.
Ese plan prevé en especial una nueva Constitución y elecciones generales a inicios de 2014.
Las nuevas autoridades ya advirtieron a Mursi, detenido en secreto desde el 3 de julio por el ejército, no podrá desempeñar ningún papel en el futuro de Egipto.
Por otro lado, un soldado egipcio murió el lunes a manos de individuos armados en Al Arich, en el norte de la península del Sinaí, donde varios ataques sangrientos contra las fuerzas del orden se han producido en las últimas semanas.