Los cansados viajeros que llegaban a Estados Unidos en medio de las restricciones impuestas por el brote de coronavirus encontraron aeropuertos abarrotados y largas esperas para pasar controles médicos obligatorios.
Los pasajeros que llegaban al aeropuerto internacional de O’Hare en Chicago esperaban horas en largas filas, según imágenes compartidas en medios sociales, lo que provocó críticas de cargos electos en Illinois.
El gobernador, J.B. Pritzker, se dirigió en Twitter al presidente, Donald Trump, y el vicepresidente, Mike Pence, señalando que el proceso aduanero estaba bajo jurisdicción federal y exigiendo medidas para evitar las aglomeraciones. Otros demócratas, como los senadores Dick Durbin y Tammy Duckworth, se hicieron eco de sus preocupaciones.
“Esto es inaceptable, contraproducente y exactamente lo contrario de lo que tenemos que hacer”, tuiteó Duckworth. “El gobierno de Trump debe enviar más apoyo a O’Hare de inmediato”.
Aunque los ciudadanos estadounidenses, personas con permiso de trabajo y algunos otros tenían permiso para regresar a Estados Unidos bajo las nuevas restricciones a viajes desde Europa, fueron canalizados a 13 aeropuertos estadounidenses, donde esperaban controles sanitarios y órdenes de cuarentena.
El secretario en funciones del Departamento de Seguridad Nacional admitió las largas filas en tuits publicados poco después de la medianoche y dijo que los controles llevaban en torno a un minuto por pasajero.
“Ahora mismo estamos trabajando para añadir más capacidad en los controles y trabajando con las aerolíneas para acelerar el proceso”, dijo Chad Wolf. “Comprendo que esto es muy estresante. En estos tiempos sin precedentes, les pedimos paciencia”.
Las aglomeraciones en los aeropuertos designados, que estaban entre los más transitados del país, se formaron a pesar de las recomendaciones de “distanciamientos social” emitidas por autoridades de salud pública para evitar los contagios.
“Me preocupa menos tener que hacer fila aquí durante el tiempo que lo estoy haciendo que de dónde viene la gente que está a mi alrededor y a qué pueden haber estado expuestos”, dijo a la cadena WFAA-TV Dorothy Lowe, en el aeropuerto Dallas/Fort Worth, donde algunas esperas alcanzaron las tres horas.
La cuenta oficial del aeropuerto respondió en Twitter a los pasajeros que expresaron su preocupación por el hacinamiento, indicando que su equipo de experiencia de consumidores estaba tomado “precauciones adicionales” y que había desinfectante de manos disponible en todas las terminales. En O’Hare, Chicago, la policía ofrecía a la gente agua embotellada y aperitivos, según la cuenta de Twitter del aeropuerto.
El virus solo causa síntomas leves o moderados como tos y fiebre para la mayoría de la gente, aunque algunos, especialmente ancianos y personas con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones más graves como la neumonía.
La inmensa mayoría de la gente se recupera del nuevo virus. Según la Organización Mundial de la Salud, las personas con síntomas leves se recuperan en unas dos semanas, mientras que los enfermos más graves pueden tardar entre tres y seis semanas.
Estados Unidos recomendaba a los viajeros llegados de países designados en Europa, China e Irán que se aislaran de forma voluntaria durante 14 días tras llegar a su destino definitivo.
“Si no tienen que viajar, yo no lo haría”, dijo Trump.
Más de 156.000 personas han enfermado en todo el mundo y más de 5.800 han muerto, y cada día se identifican miles de casos nuevos. En Estados Unidos han fallecido 57 personas, con casi 3.000 infectados.
Hospitales de todo el país trabajaban para aumentar su capacidad y su personal para evitar verse sobrepasados por la creciente carga de trabajo.
“No hemos tocado techo”, dijo el doctor Anthony Fauci, de los Institutos Nacionales de Salud. “Veremos más casos, y veremos más sufrimiento y muerte”.
Millones de estadounidenses se preparaban para una semana sin escuelas, y sin tener claro cómo trabajar de forma eficaz sin asistencia para cuidar de sus hijos, en medio de un creciente temor sobre cómo mantenerse sano ante la imparable propagación del coronavirus.
Decenas de millones de estudiantes en todo el país fueron enviados a casa tras el cierre de centros educativos en estados como Ohio, Maryland, Oregon, Washington, Florida e Illinois, así como grandes distritos escolares como Los Ángeles, San Francisco y Washington D.C. Algunas escuelas anunciaron cierres durante tres semanas y otras de hasta seis semanas.