“Nuestra nación tiene un gran problema y Ohio tiene la clave”, declaró el pastor Lawrence Bishop a varios cientos de feligreses el domingo previo a las elecciones. “Si están registrados para votar, estaría bien que lo hagan pensando en lo que dice la Biblia”.
En un enérgico sermón, en el que habló del “asesinato de inocentes” y de los “horrores” de las bodas homosexuales, Bishop pidió votar con la fe, consignó la agencia de noticias AFP.
“Jesús sabe cuando uno tiene malos pensamientos, cuando vota mal, vive mal y hace las cosas mal”, advirtió.
El caso ilustra la importancia de la religión en la campaña electoral en Estados Unidos, donde la llamada “derecha cristiana” movilizó sus bases a favor del presidente George W. Bush.
Según un sondeo difundido por Los Angeles Times , Bush captó el 70% de los votos de las personas que acuden a la iglesia una o más veces por semana.
Bush, quien se confiesa un cristiano renacido desde que pudo controlar su alcoholismo, ha declarado: “La oración y la religión me sostienen”.
Sus continuas referencias a Dios, su rechazo al aborto y al matrimonio homosexual, le ganaron a los evangélicos, católicos y a los más conservadores republicanos.
Según el diario El País , de España, tras los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001, Bush se vio como un nuevo Moisés dirigiendo a su pueblo en la batalla contra el mal.
“A partir de entonces, toda su retórica sobre el bien y el mal parece arrancada de las páginas del Antiguo Testamento. Estados Unidos, el bien, prevalecerá sobre el mal, representado por el terrorismo islámico y los regímenes que lo amparen”.
Política y religión
Sebastien Fath, un experto en religiones y autor de un libro llamado Dios bendiga a América , aludió, en una entrevista publicada por el diario francés Le Monde el 20 de octubre, a la relación entre el llamado “sionismo cristiano” y la derecha cristiana.
El “sionismo cristiano”, que profesan diversas agrupaciones evangélicas, cree que la segunda venida de Jesús está cerca, que volverá a Israel, donde se realizará la batalla final.
La derecha cristiana, por su parte, cree que en EE. UU. hay demasiada permisividad y secularismo y que la solución está en un retorno a Dios, al arrepentimiento, a la oración en las escuelas, entre otras cosas.
Estas ideas tienen gran acogida en los estados del sur y medio oeste, precisamente donde Bush ganó sin reparos.
Estas dos corrientes ven representado su pensamiento e intereses en el mandatario.
Fath señala que este mesianismo tiene símbolos como una política unilateral, manipulación de símbolos religiosos con fines políticos e incluso la autoasignación de prerrogativas divinas. Un ejemplo: la operación en Afganistán se llamó “Justicia infinita”, un concepto religioso.
El autor señala que, contrario a las apariencias, esta ideología está desligada del cristianismo. “La habilidad de Bush ha sido la de disfrazarla, pero la desvinculación fue clara antes de la guerra en Iraq cuando las iglesias cristianas, incluida la católica, se opusieron al conflicto”.
También compara este mesianismo de Bush con el del expresidente Woodrow Wilson (1913-1921): “Para Wilson, lo que era bueno para el mundo era bueno para EE. UU. y ayudó a construir un orden mundial; para Bush lo que es bueno para EE. UU. debe ser bueno para el mundo”.