Madrid. La lluvia de cenizas provocada por el volcán Cumbre Vieja obligó a las autoridades a cerrar nuevamente este jueves el aeropuerto de la isla española de La Palma, donde la lava continuaba fluyendo sin pausa tras dos semanas y media de erupción. El aeropuerto se encuentra “inoperativo por el momento”, ya que hay “que hacer trabajos de limpieza” de las pistas donde se acumulan las cenizas, indicó a la AFP una portavoz de la gestora de los aeropuertos españoles, AENA.
Este cierre, el segundo del aeropuerto desde que el Cumbre Vieja entrara en erupción el 19 de septiembre en esta isla del archipiélago atlántico de Canarias, durará en principio “toda la jornada”, detalló. El portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), David Calvo, confirmó que el volcán estaba produciendo “lava y mucha ceniza”. “El viento ha cambiado de dirección” y una nube de cenizas “afecta al aeropuerto”, prosiguió.
Desde la noche del miércoles, la compañía aérea Binter anunció que anularía sus vuelos del jueves y que esa medida se prolongaría hasta que fuera seguro llegar hasta la isla. Lo mismo hizo el jueves por la mañana su competidor Canaryfly. El aeropuerto de La Palma se mantuvo sin recibir vuelos del 25 al 29 de septiembre debido también a las cenizas.
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A dos semanas y media de entrar en erupción, los ríos de lava no se detienen en esta isla de 85.000 habitantes, donde han dejado graves daños aunque no víctimas, mientras los científicos advierten de que el fin de este fenómeno no visto en La Palma desde hace medio siglo podría tardar semanas o meses.
Una plataforma de casi 40 hectáreas
Según un periodista de la AFP, la lava incandescente fluyendo desde el volcán hasta el océano podía observarse perfectamente a varios kilómetros a la redonda en la noche del miércoles al jueves. Imágenes difundidas la mañana del jueves por el Instituto Geológico y Minero de España mostraban una enorme y espesa nube negra que se elevaba desde el cráter del Cumbre Vieja.
La erupción provocó la evacuación de más de 6.000 personas, varias de las cuales perdieron todo por la lava. Las coladas devastaron una parte de la isla donde, según las autoridades, más de 1.000 edificaciones fueron destruidas por la lava, que cubrió ya 422 hectáreas.
La lava, con una temperatura por encima de los 1.000 grados, recorrió seis kilómetros destruyendo todo a su paso hasta llegar al océano, donde se ha solidificado en contacto con el agua y le ha ido ganado terreno al mar, creando una plataforma que roza las 40 hectáreas de superficie, según las últimas cifras de Involcan.
Esta es la tercera erupción de un volcán en La Palma en el último siglo, luego de la del San Juan en 1949 y la del Teneguía en 1971. Ambas dejaron en total tres muertos, dos de ellos por inhalación de gases tóxicos, y causaron menos daños que los del Cumbre Vieja, ya que en esas décadas la isla estaba menos poblada.
Muy dependiente de la industria del plátano, su principal recurso junto al turismo, La Palma muestra su preocupación por el impacto de esta erupción en el sector agrícola, que ocupa un 10% de las 70.000 hectáreas de la isla.
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