Redacción. Inundaciones en Europa occidental, incendios forestales en el Mediterráneo y un huracán devastador en Estados Unidos son algunas de las catástrofes recientes que, como alertó a mediados de setiembre el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, son “imposibles sin el cambio climático provocado por el ser humano”.
Es arriesgado atribuir este tipo de fenómenos exclusivamente al calentamiento global, pero su recrudecimiento va en la línea de las tendencias esperadas por los expertos. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el número de catástrofes se multiplicó por cinco en 50 años, con algunos ejemplos de estos últimos meses.
Incendios grandes: Siberia, el oeste de Norteamérica, las costas del Mediterráneo (con 90 muertos en Argelia) han conocido estos pasados meses frecuentes incendios violentos, que dieron como resultado emisiones récord de CO2 en julio y en agosto, según el Observatorio de la Tierra, Copernicus. Este servicio europeo apunta como causa de los incendios a los efectos del calentamiento global: más calor y condiciones más secas que aumentan el riesgo de incendios y de quema de vegetación.
Incluso en Siberia se han observado “fuegos zombis”, en hibernación de un año para otro bajo un suelo que ya no se congela lo suficiente. El grupo de investigadores World Weather Attribution (WWA, especializado en estudios “de atribución” de eventos al cambio climático) afirmó que la probabilidad de que haya violentas temporadas de incendios como los que sufre Australia aumentaron un 30% desde 1900 por el calentamiento global.
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Años más cálidos: A finales de junio, Canadá y el oeste de Estados Unidos vivieron bajo una sofocante “cúpula de calor” que dejó decenas de muertos. Un episodio que además favorece el inicio de incendios forestales y es “casi imposible” sin el cambio climático, según la WWA. En 2019, este grupo de investigadores calculó que el calentamiento global añadió 3 ºC a la ola de calor que sufrió Europa en julio de ese año. En el mundo, los años más cálidos jamás registrados se dieron desde 2015.
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Inundaciones mortales: Alemania y Bélgica sufrieron en julio unas inundaciones que dejaron 200 muertos y miles de millones de euros en daños. Un episodio que, para la WWA, el cambio climático hizo un 20% a 900% más probable. Además, se dio un 19% más de precipitaciones. El aumento de la temperatura en la atmósfera incrementa automáticamente la humedad que puede contener.
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Huracanaes y monzones devastadores: Aunque no se ha establecido todavía la influencia del calentamiento global en el origen de las tormentas tropicales, el aumento del calor del agua del mar les proporciona un “carburante” que agrava su fuerza. Los restos del huracán Ida, que subieron por la costa este de los Estados Unidos, hasta la región de Nueva York, dejaron 47 muertos y el metro inundado. En total, se cree que los daños económicos podrían ser mayores a los del Katrina, en 2005, según la OMM, que es considerado hasta ahora como el huracán más costoso de la historia: $163.000 millones de desperfectos.
Según un estudio, el cambio climático provocó que el huracán Harvey, que golpeó Texas en 2017 y es el segundo más costoso (más de $95.000 millones en desperfectos), tuviera 3,5 veces más de probabilidades de tener la fuerza que tuvo. Sin embargo, es en los países pobres donde estos fenómenos suelen ser más mortíferos. La WWA considera que las inundaciones devastadoras en Bangladés durante el monzón del 2017 tenían hasta dos veces más de probabilidades de producirse por el cambio climático. Un factor que seguirá subiendo si no se hace nada.
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Hambre y sed como consecuencia: Varios años seguidos de sequía llevaron a Madagascar a una hambruna que recordó a una “película de horror” y llevó a la gente a comer barro, según denunciaron en junio varias agencias humanitarias de la ONU. Una crisis que según estas agencias se debe al calentamiento. En 2018, los 3,7 millones de habitantes de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, estuvieron a punto de vivir un “día cero” sin agua corriente. En el este de África, las variaciones climáticas extremas favorecieron la plaga de langosta del desierto, destrozando cultivos y poniendo en riesgo la vida de millones de personas.
Heladas que salen caras: A principios de abril del 2021, dos de los viñedos más famosos de Francia, el Borgoña y el Champán, se vieron afectados por varios días de intensas heladas, en un momento muy tardío del año. Los profesionales del sector hablan de más de dos mil millones de euros (más de $2.300 millones) de pérdidas. Para WWA, el cambio climático aumenta hasta un 60% la posibilidad de que se produzca un evento de este tipo en el momento de la floración.
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