Acapulco. “Vi cómo el aire arrastró a dos turistas que estaban en la playa y no alcanzaron a salir cuando el huracán tomó fuerza”, así narró de manera desgarradora, Odín Ríos de 33 años, un comerciante local quien se dedicaba a rentar sillas y mesas a la orilla del mar en Barra Vieja; ocasionalmente ofrecía paseos en lancha.
Describe que sobrevivió al huracán Otis abrazado a seis de sus compañeros debajo de la barra de un restaurante. “El viento los arrastraba hacia atrás y hacia arriba, y los llevó al mar. Así que me aferré a mis compañeros y nos quedamos en el suelo hasta que pasó”, relató.
Comenta que su padre y su abuelo se dedican a la pesca y al turismo, por lo que nunca le tuvo miedo al mar, pero ahora lo siente.
“Nos tomó por sorpresa. Comenzó con una llovizna, parecía simplemente un ciclón. A veces los clientes no se van de la playa cuando llueve porque esperan a que pase, pero alrededor de las 12:30 p. m. llegó un fuerte viento y se llevó a los dos jóvenes.
“Uno de ellos, imprudentemente, se quedó en la playa con sus amigos hasta tarde, pero cuando llegó la corriente de agua, nos abrazamos debajo de la barra, hicimos fuerza y no nos arrastró. Pero mire los raspones, los brazos se me entumecieron”, comenta Odín mientras muestra sus heridas.
Recuerda que el martes, unas horas antes de que llegara el huracán, muchos pescadores estaban en el mar. “Ese día, muchos pescadores se quedaron en medio del mar cuando vieron la lluvia porque las olas no rompen como en la orilla. Pero el miércoles fuimos a ver y el agua escupió lanchas, de las cuales rescataron personas”, explicó.
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Sus ojos se llenan de lágrimas cuando se le pregunta sobre la recuperación del puerto y cómo ve las cosas. Cree que será imposible.
“La verdadera pregunta es cuánto tiempo podremos resistir aquí, mientras esto vuelve a convertirse en un lugar turístico, porque no hay agua, comida ni refugio. Tendremos que irnos de Acapulco porque lo hemos perdido todo, incluso la felicidad que nos brindaba el mar”, afirma.
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