Washington. Techo colapsado, puerta de garaje destruida, canasta de baloncesto volcada: Lxchelle Arceneaux observa con desesperación el lunes los estragos causados por el huracán Ida a su casa en la ciudad de LaPlace, al oeste de Nueva Orleans.
“Mis hijos estaban aterrorizados”, cuenta a la AFP la mujer de 46 años, vestida de azul en el umbral de su domicilio. “Nunca había escuchado ráfagas de viento así”.
Arceneaux se refugió con su marido e hijos en su cuarto cuando el viento quebró una ventana tapada con una plancha de madera y cinta adhesiva.
“El agua comenzó a infiltrarse desde el techo. Las alarmas contra incendios se dispararon”, recuerda.
Aunque trataron de evacuar el agua con cubetas, “no teníamos suficientes recipientes”, agrega en medio del sonido de generadores que cubren su voz en la ciudad aún sin electricidad.
Hacia las 19:30 horas locales (01:30 GMT de lunes), una parte del techo se derrumbó, vertiendo trombas de agua en su salón. Las burbujas de humedad aún eran visible el lunes en las paredes blancas.
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Exasperación
Arceneaux está enojada con las autoridades que no dieron según ella suficiente información sobre la trayectoria del huracán y el peligro que corría la ciudad de 30.000 habitantes, situada sobre la ribera este del río Misisipi.
“Sabíamos que había un huracán, pero no que el ojo del ciclón se había desplazado hacia nosotros”, explica con desesperación. “Recibimos la alerta de inundaciones únicamente cuando el huracán ya estaba acá”.
La localidad de St-John Baptist emitió órdenes de evacuación voluntaria antes de la llegada de Ida, que golpeó la región con vientos de más de 240 kilómetro por hora.
“Habría preferido evacuar que vivir esta experiencia”, lanza Arceneaux.
Su vecino, Carlo Barber, de 22 años, también fue sorprendido por Ida que inundó su casa con 12 centímetros de agua y lanzó tejas en su jardín.
“Cuando la casa se inundó, subí a mi camioneta pick-up y pasé la noche en el estacionamiento de Home Depot”, relata el estudiante.
“Fue peor de lo que pensé. Cuando el huracán Isaac pasó por acá el año pasado no tuvimos agua en la casa”, recuerda. “No estábamos preparados para Ida, pero la próxima vez lo estaremos”.
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Ciudad sumergida
Numerosas avenidas de LaPlace estaban sumergidas bajo el agua el lunes, o bloqueadas por líneas de alta tensión, árboles y postes eléctricos derrumbados por el viento.
“Rescatamos más de un centenar de personas”, estima Jonathan Walker, del departamento del sheriff de St John, que recorre la ciudad en un camión con el ejército.
Entre los rescatados está Anderson Martínez, de 17 años, quien sale de un helicóptero de la guardia nacional estadounidense que acaba de aterrizar en el estacionamiento de una zona comercial con una decena de personas a bordo, entre ellas tres niños pequeños.
Anderson, su hermano de 14 años, y su madre, se refugiaron en un hotel de la ciudad durante el paso de Ida. Pero cuando quisieron dejar su alojamiento se dieron cuenta de que los alrededores estaban inundados, haciendo imposible la travesía.
“El agua subió al menos dos metros”, exclama al empujar un carrito de supermercado en donde están sus pertenencias en bolsas de plástico.
Ahora busca llegar a su casa para ver si sigue en pie.
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