Las muertes por el paso del devastador huracán Otis por el Pacífico mexicano aumentaron a 48 luego de que este domingo se confirmaron cinco personas fallecidas en Coyuca de Benítez, vecino de Acapulco (sur).
Este es el primer balance que se conoce de municipios limítrofes con este puerto turístico, con cerca de 780.000 habitantes y donde se contabilizan el resto de los decesos y la mayoría de los daños materiales.
Un comunicado del gobierno federal detalla además que la cifra de desaparecidos disminuyó a seis luego de que por la mañana el estado de Guerrero, donde se localiza el balneario, informara que eran 36.
La cancillería informó de su lado que se han localizado a salvo a 263 extranjeros que estaban en el puerto al momento del huracán, entre ellos 34 estadounidenses, 18 franceses y 17 cubanos. Todos han dejado Acapulco.
Mientras, de acuerdo con medios, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador realizó un sobrevuelo en la zona del desastre y sostuvo reuniones con funcionarios a cargo del operativo de auxilio a la población.
El recuento de las víctimas ha sido lento luego de que el ciclón colapsó las telecomunicaciones y el servicio de energía eléctrica, que se han ido restableciendo gradualmente el fin de semana.
Según la consultora Enki Research, especializada en fenómenos naturales, Otis deja daños por unos $15.000 millones.
Reclamos de ayuda
El meteoro, que llegó la madrugada del miércoles como categoría 5, la máxima de la escala Saffir-Simpson, dejó además una ola de destrucción en esta ciudad, que vive del sector turístico, prácticamente en ruinas.
“Estamos avanzando en la distribución eficiente de la ayuda humanitaria, brindar los apoyos pertinentes y avanzar en la restauración de los servicios”, informó en X (antes Twitter), Evely Salgado, gobernadora de Guerrero.
Luego del paso de Otis, comercios y supermercados fueron saqueados por pobladores, desesperados por tener alimentos y agua, aunque también se registraron robos de distintos artículos.
La ayuda del gobierno y de organizaciones privadas empezó a ser distribuida la tarde del viernes, luego de que se habilitara el aeropuerto de Acapulco y se agilizara poco a poco el tránsito en las carreteras.
Sin embargo, el proceso es lento y en varios sectores vecinos exigen ayuda y se organizan para limpiar los destrozos de sus comercios y casas.
“No hemos visto nada de las autoridades, que nos vengan a apoyar”, dijo a la AFP Miguel Antraca, de 60 años y quien acudió a una zona de playa a ver su pequeño comercio en ruinas.
Ha vivido otros ciclones, pero nada como esto. “Esto es un desastre, Jamás había sucedido esto, antes eran más pequeños los huracanes”, dice.
Contrario a todos los pronósticos y rompiendo récords, Otis pasó de tormenta tropical a un poderoso huracán categoría 5 en un lapso de unas seis horas poco antes de tocar tierra.
Habitualmente unas 24 horas bastan para que se protejan comercios, casas, hoteles y los pobladores se hagan de alimentos y agua, pero lo sorpresivo de este meteoro tomó desprevenidos a meteorólogos y autoridades.
En la misma zona, Eva Luz Vargas, 45 años, se sumó a los vecinos para recoger los destrozos. Por momentos luce animada, pero su voz entristece al pensar en el mañana pues ella vende a los turistas y su esposo es pescador.
El gobierno federal contabilizaba hasta la tarde del domingo más de 273.000 viviendas, 600 hoteles y 120 hospitales con distintos daños mientras que doce carreteras y caminos seguían obstaculizadas por desechos.
El balance añade que se ha restablecido la energía eléctrica para más de la mitad de la población.