Aunque no viven en la costa de Carolina del Norte, sino en la ciudad de Charlotte -alejada del litoral de ese estado norteamericano-, la costarricense Carolina Coto Chinchilla y su marido, el estadounidense Jeffery W. Welter, no se confían y tomaron todas las previsiones a la espera del huracán Florence, cuyos vientos y lluvia ya se sentían este jueves.
La razón: Charlotte difícilmente escapará a los efectos del meteoro, que se aproximaba con vientos de 160 kilómetros por hora y que se esperaba ingresara a tierra en las Carolinas en las primeras horas del viernes.
“De momento, no se nos ha instado u obligado a evacuar”, dijo Coto, oriunda de Cachí, Paraíso de Cartago, y quien vive allá desde hace 10 años.
Sí les ordenaron adoptar medidas preventivas, como limpiar las cercanías de la vivienda para evitar que haya objetos que puedan ser arrastrados por el viento y se conviertan en proyectiles que causen daños, agregó esta cartaginesa, madre de dos niños.
Las autoridades también les sugirieron estar atentos a informaciones sobre el desarrollo del meteoro y adquirir productos no parecederos, linternas y radios.
Coto, quien en Costa Rica fue asistente en el campo de la educación, se dedica a la atención de su hogar. Su esposo es subdirector de un colegio de educación secundaria.
“Ya las escuelas y colegios de nuestra ciudad están cerrados”, expresó la connacional. este jueves en la mañana. “Confiamos en que la Virgencita de los Ángeles nos proteja”.
Añadió que las carreteras estaban colapsadas pues mucha gente intentaba alejarse de la costa. Otras, ante tal situación, optaron por quedarse.