Bremerhaven, Alemania. Tras un año de exploración en el Ártico, la mayor expedición realizada al Polo Norte regresó a Alemania este lunes lanzando la voz de alarma sobre el deshielo del casquete polar provocado por el calentamiento climático.
Al término de 389 días en el mar, el rompehielos Polarstern del instituto alemán Alfred-Wegener ingresó hacia las 6 GMT (medianoche en Costa Rica) a su puerto de atraque de Bremerhaven, en el noroeste de Alemania, acompañado por una flota de barcos y aclamado por un numeroso público presente en el muelle.
“Ha vuelto. Me late el corazón. Esperé tanto este momento”, declaró Antje Boetius, la directora del instituto, antes de que sonaran las sirenas del Polarstern y los barcos que lo acompañaban al entrar en el puerto situado en la desembocadura del río Weser, en el mar del Norte.
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La pandemia de coronavirus obligó a reducir las actividades previstas para el final de este larga expedición, aunque el Instituto daría una conferencia de prensa este lunes.
A la hora del regreso, el ánimo de los integrantes de la expedición internacional MOSAIC era más bien sombrío ya que los científicos vieron las consecuencias del cambio climático en el vasto océano Ártico.
"Hemos visto cómo muere el casquete" en verano, explicó a la AFP el jefe de la expedición, Markus Rex, contactado por teléfono satelital a bordo del buque.
Para este climatólogo y físico, el resultado es inapelable: “Si el cambio climático prosigue como ahora, en algunas décadas el Ártico se quedará sin hielo en verano”.
En las salidas a la banquisa para tomar medidas y muestras, toda la expedición ha podido constatar esta evolución, que el investigador califica de “impresionante”.
Polo Norte más cálido
“En el Polo Norte hemos encontrado (en verano) hielo fundido, fino, frágil”, dice Rex, que describe también “superficies de agua líquida hasta donde alcanza la vista”.
Un diagnóstico confirmado por las observaciones de los satélites en Estados Unidos que han revelado que en verano el casquete polar se fundió hasta alcanzar la segunda superficie más pequeña de la que se tenga registro, luego de la del 2012.
En invierno, donde se enfrentaron a la noche absoluta durante varios meses, los científicos también constaron temperaturas mucho más altas que hace décadas.
En total, varios centenares de expertos y científicos de 20 países se relevaron en el buque que se dejó llevar por los hielos de la deriva polar, una corriente oceánica que corre de este a oeste en el océano Ártico.
Para poder realizar la investigación en las mejores condiciones, se erigió un campamento amarrado a un pedazo de banquisa (trozo de hielo flotante) e integrado por cuatro estaciones científicas en un radio de unos 40 km alrededor del barco.
Los expertos recabaron más de 150 terabytes (un billón de bytes) de datos y numerosas muestras de hielo y agua.
Esperan que revelen informaciones valiosas para entender "los procesos complejos" que están en juego en el Polo Norte y que conducen a un recalentamiento climático más acelerado en esta región que en el resto del planeta.
Clima del Ártico
Durante un año, pudieron observar un centenar de parámetros. Lo que permitió “un avance en la comprensión del sistema climático del Ártico”, según Markus Rex.
La misión, dotada de un presupuesto de 140 millones de euros, ha estudiado a la vez la atmósfera, el océano, el casquete y el ecosistema para recabar datos que evalúan el impacto del cambio climático.
El análisis completo hasta su difusión en publicaciones científicas tomará uno o dos años.
El objetivo es actualizar los modelos de predicción del clima para determinar cómo serán las olas de calor, las lluvias diluvianas o las tormentas en 20, 50 o 100 años.
“Para crear modelos climáticos, necesitamos hacer las observaciones in situ”, explicó Radiance Calmer, investigadora de ciencia atmosférica de la Universidad de Colorado en Boulder. Desde junio a setiembre estuvo en el Polarstern.
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Desde que zarpó el navío de investigación alemán en Tromso, Noruega, el 20 de setiembre del 2019, los científicos vivieron largos meses en la oscuridad total, a temperaturas que bajaron hasta los -39,5 °C y recibieron la visita de unos 60 osos polares.