“Estoy profundamente agradecido con Dios. Sentí cerca la muerte; un temor de que hasta ahí llegaba”. Con estas palabras, el costarricense Cristian Chaves Sánchez relató los momentos de terror que vivió durante el paso del huracán Milton por Florida, Estados Unidos.
Chaves Sánchez es oriundo de Santo Domingo de Heredia y viajó a Tampa como parte de su trabajo de importación de vehículos. Sin embargo, quedó varado allá porque no encontró boletos de avión para regresar al país antes de que la tormenta tocara tierra.
Entonces, tuvo que guarecerse en la casa de unos allegados, donde pasó una noche y una madrugada que nunca podrá olvidar, en medio de una terrible sensación de vulnerabilidad provocada por las torrenciales lluvias y las ráfagas de viento a 200 km/h.
“Fue algo impresionante, la casa donde estaba fue reforzada con madera en cada acceso y no se veía al exterior; fue vivir una película de terror porque solo escuchás el viento.
“A las 11 p. m. (del miércoles) se puso horrible. Los árboles golpeaban el techo muy fuerte, la casa cimbraba y temí que se levantaría. El ruido era lo más espantoso, como el aullido de un fantasma que nunca se termina”, comentó a La Nación.
El tico contó que ese agudo y constante sonido del viento fue lo más terrorífico para él y que este siguió hasta las 3 a. m. de ese jueves.
Desde ayer, ha mantenido permanente contacto con amigos y familiares, quienes han estado pendiente de él. Ahora está atento a que se reanuden los vuelos en algún aeropuerto para volver a Costa Rica apenas logre resolver sus asuntos de trabajo en Tampa.
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‘Estamos mejor que muchos otros’
Margarita Cárdenas Aguilar es oriunda de San Carlos (Alajuela) pero desde hace 26 años reside en Riverview, en el condado de Hillsborough en Tampa. Sin embargo, aseguró que nunca había vivido una experiencia tan aterradora.
“Mi casa se forró toda en plywood; no podíamos ver hacia afuera. Solo sentimos cómo las ramas de los árboles golpeaban el techo donde se agitaban por las ráfagas. El viento golpeaba mi casa por el frente y daba la sensación de que iba a salir volando”, contó.
Al final, su vivienda no sufrió daños pese a la caída de numerosas ramas cerca. Al amanecer, no tenía electricidad, pero contaba con un generador y combustible para conectar la refrigeradora y un horno de microondas para atender los tiempos de comida.
“Estamos vivos aunque en condiciones complicadas porque no hay comida en los supermercados. Mucho mejor que muchas personas que no tienen nada y ahora están en la calle”, aseguró doña Margarita.
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‘Ahorita nadie quiere salir de la casa’
Marco Orozco Corrales, es originario de Desamparados, San José, pero desde hace 23 años reside en Tampa donde tiene una empresa de venta e instalación de pisos. Allí vive con su esposa e hijos, quienes no han tenido clases en toda la semana.
Su casa se quedó sin suministro de luz y agua al mediodía del pasado miércoles. El costarricense afirmó que en ese momento empezó para ellos una angustiosa espera.
Afortunadamente, su vivienda no sufrió daños a consecuencia del paso del huracán. Además, habían guardado gasolina para un generador eléctrico, agua y alimentos para poder pasar tranquilos los próximos días.
“Uno lo que hace con la casa es transformarla en un fuerte, no se ve nada al exterior. Uno nada más escucha el viento silbar, los árboles y mientras tanto todo retumba. Ahorita nadie puede salir de sus casas porque hay muchas líneas del tendido en el suelo y es peligroso”, explicó.
Tiene contacto con un amigo suyo de Pérez Zeledón, quien reside desde hace poco en Tampa. Comentó que él estaba profundamente asustado por lo ocurrido.
“Todos están bien, pero para ellos resultó muy impactante. Otro amigo que tiene una casa en Madeira Beach, en el condado de Pinellas, dice que el mar le inundó la casa y que el parqueo quedó repleto de arena”, indicó.
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