Madrid. El aeropuerto de la isla española de La Palma recibió este miércoles su primer vuelo tras la paralización el sábado por las cenizas de un volcán cuya lava llegó al mar sin producir de momento los efectos que más se temían.
“¡Se reanudan los vuelos con La Palma! Confirmamos el aterrizaje del vuelo NT621 (Tenerife Norte-La Palma) a las 13:30 horas”, anunció la aerolínea Binter en las redes sociales. Por su parte, la gestora de los aeropuertos españoles, Aena, confirmó a la AFP que era el primero desde que el aeropuerto quedó inservible. Este miércoles se espera la llegada de más vuelos, todos procedentes de otras islas del archipiélago atlántico de las Canarias, según el sitio web de Aena.
La reanudación permitirá además agilizar la llegada de material a esta isla de 85.000 personas, de las que más de 6.000 tuvieron que abandonar sus hogares por la erupción del Cumbre Vieja, que entró este miércoles en su undécimo día. ”Retomamos nuestra colaboración para el envío de material para los damnificados”, explicó Binter.
La dirección del viento, portador de ceniza, determinará en gran parte el estado del aeropuerto, señaló Arnau Folch, vulcanólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). ”Hay que ver cada día cómo va el penacho en función de los vientos dominantes”, dijo Folch a la AFP.
Los gases potencialmente tóxicos provocados por la caída al mar de la lava del volcán de momento representan un riesgo bajo para la población, dijeron las autoridades. ”La erupción no ha afectado a la calidad del aire, que es perfectamente respirable”, tuiteó el Cabildo de La Palma, el gobierno de la isla.
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De todos modos, los expertos aconsejaron cautela. “Esto acaba de empezar, hay que ser precavidos”, estimó Folch. ”Se están evaporando grandes cantidades de agua de mar. El agua de mar contiene 35 gramos de cloruro sódico, lo que significa que estamos mandando a la atmósfera grandes cantidades de cloro que se combina y forma ácido clorhídrico”, que es corrosivo y ácido, añadió.
La colada, que alcanzó el océano la noche del martes al miércoles en la costa oeste de la isla del archipiélago atlántico, seguía cayendo sin pausa en el agua, generando "un delta de lava que poco a poco gana terreno al mar", según señaló el Instituto Español de Oceanografía.
El momento del impacto era temido desde hace días por la posibilidad de que se generaran explosiones, olas de agua hirviendo y los mencionados gases tóxicos. Como medida preventiva, los vecinos de las zonas más cercanas en el municipio de Tazacorte habían sido confinados desde el lunes, y las autoridades prohibieron a las embarcaciones acercarse a menos de 2 millas náuticas de donde cae la lava.
“La inhalación o el contacto con gases ácidos y líquidos puede irritar la piel, los ojos y el aparato respiratorio y causar dificultades al respirar”, había advertido el Involcan. Los científicos decían que era muy difícil prever el momento en que la lava llegaría al mar, ya que su velocidad había variado en los días precedentes e incluso llegó a inmovilizarse en cierto momento. El lunes por la mañana se produjo una reducción notable de actividad en el volcán Cumbre Vieja.
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Pero para la tarde de ese día volvía la erupción con renovada intensidad, lo que hizo que la colada cobrara más velocidad y terminara este martes alcanzando el agua. El volcán “ha entrado en una fase de equilibrio, lo cual quiere decir que durante estos días probablemente sigamos observando ese tipo de actividad”, de gran producción de lava, indicó David Calvo.
Más de 6.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares, pero hasta el momento no ha habido heridos ni muertos, aunque sí graves daños materiales. La lava ha arrasado ya 656 edificaciones --no todas viviendas-- y cubierto 268 hectáreas, según el sistema de medición geoespacial europeo Copernicus.
"En toda esa extensión no queda nada más que lava, el paisaje será otro, la devastación es tremenda (...) La isla de la Palma en esa zona es otra isla", se lamentó el presidente regional canario, Ángel Víctor Torres, quien detalló que las coladas han llegado a tener un ancho de "600 metros".
La Palma, cuya principal actividad económica es el cultivo del plátano, produce un tercio de los de las islas Canarias y “la cosecha actual está perdida por completo”, señaló Torres. Los expertos calculan que la actividad puede durar varias semanas, incluso algunos meses. Las dos erupciones precedentes en La Palma ocurrieron en 1949 y 1971, provocando la muerte de tres personas en total, dos de ellas por inhalación de gases.
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