La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo expulsó hacia el Vaticano a los obispos Rolando Álvarez e Isidoro Mora, así como a otros 15 sacerdotes y dos seminaristas.
El obispo Álvarez era el preso político más importante del régimen. Había sido condenado a 26 años de cárcel en un juicio considerado político por organismos de derechos humanos, debido a las críticas del religioso al gobierno y a la falta de pruebaa. Lo apresaron en agosto de 2022 en una redada sin precedentes contra opositores y religiosos.
El otro obispo, Isidoro Mora, fue apresado en diciembre pasado por decir, durante una misa, que estaba orando por Álvarez.
Según el comunicado del Gobierno, los religiosos ya fueron recibidos por autoridades del Vaticano.
En dos ocasiones anteriores, Álvarez se había resistido a ser desterrado. La primera vez ocurrió cuando más de 220 presos políticos fueron desterrados a Estados Unidos y, la segunda, cuando otro grupo de sacerdotes fue sacado al Vaticano, el año pasado.
La condena para Álvarez fue dictada en febrero de 2022 en un juicio que duró una hora y bajo total secretismo, sin abogados defensores y sin pruebas, denunciaron organismos de derechos humanos.
Con excepción de Álvarez, el resto de religiosos había sido detenido entre Navidad y año nuevo por negarse a dejar de mencionar a Álvarez en sus homilías.
El gobierno de Ortega y Murillo ha desatado una cacería contra la Iglesia católica. Incluyendo a los desterrados este domingo, hay tres obispos y más de 60 sacerdotes en el exilio, segun un recuento de organizaciones opositoras.
Entre los detenidos en diciembre pasado y desterrados al Vaticano, están monseñor Miguel Mántica, sacerdote; Monseñor Carlos Avilés, el tercero en el renglón de mando de la Arquidiócesis de Managua, solo detrás de el cardenal Leopoldo Brenes y el obispo auxiliar Silvio Báez, exiliado en Estados Unidos.
También, entre los exiliados están monseñor Silvio Fonseca, vicario de temas familiares de la Arquidiócesis de Managua y el sacerdote Héctor Treminio, tesorero de la entidad.
“Agradecemos profundamente al Santo Padre, Papa Francisco; a la Secretaría de Estado de la Santa Sede; a Su Titular, Cardenal, Su Eminencia Reverendísima, Pietro Parolin, y a su Equipo de Trabajo, por las muy respetuosas y discretas coordinaciones realizadas para hacer posible el viaje hacia el Vaticano de dos obispos, quince sacerdotes y dos seminaristas”, dijo la dictadura en un comunicado.