Los vascos presentaron ante el parlamento una propuesta para obtener una virtual independencia de una región que ha formado parte de España durante siglos. Ahora, los legisladores españoles deberán analizar el plan, sabiendo que de aprobarlo provocarán los ánimos independentistas de otras regiones.
La propuesta presentada el viernes por los vascos ante el parlamento significa el mayor desafío de su historia al gobierno español, y va mucho más allá que la constitución creada hace un cuarto de siglo, algunos años después de la muerte del dictador Francisco Franco.
El plan vasco pide enmendar la Constitución de 1979 que dio a la región amplia autonomía, a fin de alcanzar el estatus de estado libre. La propuesta también exige que los vascos tengan derecho a enviar sus propios representantes a organismos internacionales tales como la Unión Europea.
Sin futuro
Tanto los socialistas, que gobiernan en la actualidad, como la oposición conservadora, se oponen al plan. Eso hace muy difícil que sea aprobado. Algunos dicen que la propuesta es una conspiración, una traición, y una amenaza a la democracia española. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dice que se trata de una calle ciega.
Pero el liderazgo vasco que apoya el proyecto ha prometido continuar con su intento y convocar a un referendo en la región, creando el temor de un enfrentamiento en un país afectado por tres décadas de violencia de ETA.
Por cierto, ningún gobierno desea perder un fragmento de su territorio. Y mucho menos cuando se trata de un territorio rico como el País Vasco, tres provincias pequeñas pero de gran dinamismo industrial situadas al pie de los Pirineos occidentales. Y políticos y ciudadanos comunes temen que si los vascos se salen con la suya, otras regiones le seguirán.
Algunos analistas advierten que de obtener los vascos la independencia, la próxima región que podría separarse es Cataluña, en el noreste, cuya capital, Barcelona, disputa la preeminencia con Madrid.
Al igual que los vascos, los catalanes, con una clara identidad cultural y un lenguaje propio, desean más autonomía.
En años recientes, los catalanes comenzaron a exigir que se les permitiese competir en eventos deportivos internacionales al margen de España. Estandartes que dicen "Cataluña no es España", son bastante frecuentes en partidos de futbol en que participa el club Barcelona.