Moscú y otras procedencias El presidente ruso Boris Yeltsin sorprendió al mundo ayer, al escoger el último día del siglo XX para dejar el cargo, tras ocho años de servir como líder del país más grande del mundo.
La decisión bajó el telón sobre una era en la que Yeltsin dominó a Rusia, tras conducir al país fuera del comunismo y avanzar tentativamente hacia una economía de libre mercado.
Tras la decisión, el primer ministro ruso Vladimir Putin asumió el puesto de presidente encargado, lo que a su vez mejora las probabilidades de que sea electo el 26 de marzo como el próximo presidente del país.
Putin firmó un decreto en que ofrece garantías sociales y de seguridad a Yeltsin y su familia.
La agencia de noticias rusa Interfax no dio detalles sobre el decreto firmado por Putin y funcionarios del Kremlin no pudieron confirmar de inmediato el informe.
La dimisión del jefe del Kremlin desató una oleada de reacciones, la mayoría positivas.
Los principales dirigentes occidentales esperan que la era Putin no arroje cambios dramáticos.
La decisión
"Yo vengo contemplando esto desde hace tiempo y muy detenidamente. Hoy (ayer), en el último día del siglo, me estoy retirando" dijo Yeltsin, de 68 años,
Yeltsin se movió dentro del escenario local y mundial como un fornido, agresivo, gruñón y gigantesco personaje que le gustaba sorprender a los demás, pero quien padecía al mismo tiempo de problemas de salud.(Nota aparte)
Yeltsin deja un legado de requebrajadas esperanzas de prosperidad para muchos rusos, aun cuando el camino democrático del país parece estar firmemente establecido.
"Rusia debe entrar al nuevo milenio con nuevos políticos, nuevas caras, con nueva gente astuta, fuerte y energética. Pero nosotros quienes ya hemos estado en el poder por muchos años, debemos irnos", dijo Yeltsin.
En Washington, el presidente Bill Clinton alabó la "histórica gestión" del presidente ruso y dijo que esperaba con interés trabajar con Putin.
El primer ministro británico Tony Blair dijo en Londres que el mundo era hoy "más estable y seguro" debido al liderazgo de Yeltsin en su país.
Una fuente del Kremlin dijo que Yeltsin, quien debía separarse del cargo después de que se realizara una elección prevista para junio, firmó un decreto de renuncia, un decreto que nombra a Putin como presidente encargado por tres meses, y un decreto que adelanta la fecha de los comicios al 26 de marzo.
Yeltsin también entregó el control del gigantesco arsenal nuclear a Putin, al darle el maletín que contiene los códigos para lanzar los misiles, dijo a agencia de noticias Interfax.
El presidente Boris Yeltsin se reúne, por última vez, con su elegido, Vladimir Putin, a quien le legó el mando del Kremlin.
Vencedor de la URSS
AFP.
Moscú. El presidente ruso Boris Yeltsin, quien anunció su renuncia ayer a los 67 años, pasará a la historia como el hombre que expulsó a los comunistas del Kremlin en agosto de 1991, pero también como el primer jefe de Estado que abandona voluntariamente el poder en toda la historia del país.
Pero quedará también en las memorias por haber lanzado a su Ejército en Chechenia en diciembre de 1994, provocando una guerra sangrienta y la muerte de entre 40.000 y 100.000 personas, en su mayoría civiles.
Yeltsin siempre se describió como un rebelde, pero uno de sus exallegados lo describió ante todo como un hombre ávido de poder.
Alternando entre sobresaltos y apaciguamiento, su carrera fue primero la de un combatiente, más inspirado por la adversidad que por el ejercicio de sus funciones, siempre más a gusto como tribuno popular que como administrador político.
Fue a finales de los años 80 que las circunstancias lo propulsaron al frente de la escena nacional. Consciente de las carencias del sistema soviético, se asimila primero a Mijail Gorbatchov, quien lo llamará a Moscú en 1985 y lo hará ingresar, en 1986, en la oficina política del Partido Comunista.
Pero el carácter de Yeltsin no aguantará mucho tiempo las repetidas ¿moratorias del padre de la Perestroika, quien intenta desesperadamente reformar suavemente un sistema que se caía a pasos agigantados.