Washington. “Criminales bárbaros”, “asesinos y terroristas”: Donald Trump redobló sus ataques este viernes contra los migrantes y acusó a su rival demócrata Kamala Harris de querer transformar Estados Unidos en un “campo de refugiados”, en una campaña cada vez más tensa hacia la Casa Blanca.
“Los niños estadounidenses están a merced de criminales bárbaros”, lanzó el candidato republicano a la presidencia durante una conferencia de prensa desde su complejo de golf en los suburbios de Los Ángeles.
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El expresidente, que multiplicó toda la semana las diatribas, en parte con mentiras, contra los migrantes, se refirió una vez más a la afirmación falaz y racista según la cual migrantes haitianos robarían perros y gatos para comerlos, en la ciudad de Springfield.
“Vamos a organizar expulsiones masivas” en esa pequeña ciudad de Ohio, prometió el multimillonario republicano, que fingió desconocer que muchos de esos migrantes cuentan con un permiso de residencia. “Vamos a tener la deportación más grande en la historia de nuestro país”, insistió.
EE. UU., campo de “tercer mundo”
Durante su conferencia de prensa, Trump acusó sin pruebas a su rival demócrata en la elección de noviembre de hacer entrar ilegalmente por avión al país a “algunos de los peores asesinos y terroristas”.
“Kamala va a convertir Estados Unidos en un campo de refugiados del Tercer Mundo. Ya lo es en cierta medida”, recalcó durante otro discurso muy desordenado.
El candidato republicano colocó a la inmigración, una de las principales preocupaciones de los votantes según las encuestas, en el centro de su nueva candidatura a la Casa Blanca. Lo mismo hizo en 2016, cuando su campaña giró alrededor de su propuesta de muro en la frontera con México.
Si gana el 5 de noviembre, promete combatir la inmigración ilegal con deportaciones masivas.
El rosario de declaraciones de cada bando hizo incluso reaccionar al Papa. Al regreso de su gira por Asia, Francisco desestimó a ambos candidatos: sobre Trump criticó “que rechaza a los inmigrantes”, y sobre Harris que “mata a niños” al defender el derecho al aborto. “Ambos están contra la vida”, resumió.
Trump se preparaba para participar en un mitin en el estado de Nevada, en el oeste de Estados Unidos, donde es probable que se vuelva a hablar largo y tendido del tema de la inmigración.
Harris por su parte estuvo en quizás el estado bisagra más crucial de las elecciones presidenciales: Pensilvania, con sus 19 grandes electores.
Allí dijo en una entrevista que ofrece “una nueva generación de liderazgo” y detalló sus políticas sobre recortes de impuestos y créditos para nuevos padres, propietarios de viviendas y empresas.
Harris también les habló a los dueños de armas reconociendo que ella misma es propietaria de una y que quiere preservar el derecho a portarlas mediante leyes que apelen al sentido común.
La vicepresidenta, que hasta ahora había dado pocas entrevistas, también protagonizará un encuentro con Oprah Winfrey el 19 de septiembre.
Teoría de la conspiración
De momento, Harris no responde a los comentarios de su rival. Cuando Trump planteó la teoría de la conspiración sobre las mascotas durante el debate televisado del martes, reaccionó moviendo la cabeza con vehemencia y con cara entre divertida y escandalizada.
La hija de una madre india y un padre jamaiquino, primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, nunca ha salido al cruce de los ataques a su identidad. Ha llevado la campaña de forma muy metódica y con una postura decididamente centrista.
Harris, que entró con fuerza en la carrera presidencial tras la retirada de Joe Biden hace menos de dos meses, había insistido el jueves que las elecciones serán “muy reñidas” y que ella “no es la favorita”.
La candidata, que según la opinión general dominó a su oponente durante el debate del martes, no podrá contar con un nuevo enfrentamiento de este tipo para ganar impulso: Trump descartó un debate de revancha.
En un Estados Unidos que ahora parece irremediablemente dividido políticamente, los dos candidatos están codo con codo en las encuestas.
Como en 2016 y 2020, es probable que todo se reduzca a unas pocas decenas de miles de votos indecisos en seis o siete estados estratégicos, independientemente del número total de votos en todo el país, ya que las elecciones se celebran según el principio del sufragio universal indirecto.