Honduras (AP). Las autoridades rescataron los cuerpos de dos universitarios que fueron aplastados por el avión de Taca que se estrelló al aterrizar en el aeropuerto de Toncontín, con los cuales se elevó a cinco la cifra de víctimas fatales del percance.
El comandante de bomberos Carlos Cordero informó el sábado que Josué Aguilar, de 21 años, y Gustavo Tróchez, de 18, murieron dentro de uno de los tres vehículos que aplastó el avión al salirse de la pista.
El aparato, un Airbus A320-233 con 124 pasajeros y seis tripulantes, derrumbó árboles a su paso, rompió una cerca de alambre de acero, se deslizo por una hondonada de 20 metros al norte de la terminal aérea y quedo en la ladera de la colina.
Las otras víctimas del accidente son Jeanne Chantal, esposa del embajador de Brasil en Honduras Brian Michael Fraser Neele; el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica, Harry Brautigam; y el piloto salvadoreño Cesare DAntonio. Otras 65 personas resultaron heridas, según las cifras proporcionadas por la aerolínea.
La aeronave se partió en tres y sus dos motores se desprendieron, indicó Cordero.
El presidente de la junta directiva de Taca, Roberto Kriete, informó a la AP que expertos de El Salvador, Francia y Estados Unidos investigarán a partir de las próximas horas las causas del accidente. Sus investigaciones podrían prolongarse por un mes o más, señaló.
Estoy tremendamente triste por lo ocurrido y profundamente angustiado por los pasajeros hospitalizados, aseguró.
Uno de los sobrevivientes del siniestro, el médico Carlos Sánchez, relató al canal 3 de la televisión local que seis personas, entre ellas los pilotos, quedaron atrapadas en el amasijo de hierro.
Otro pasajero, el ex ministro hondureño Norman García, dijo que el piloto sobrevoló dos veces los cielos para luego aterrizar, pero se comió la pista. Es decir, cayo casi en medio de la terminal, no en su inicio.
El presidente de Taca, Alfredo Schildknecht, explicó que el capitán DAntonio hizo dos intentos por aterrizar. En el primero desistió, debido a la poca visibilidad, y en el segundo el frenaje no fue óptimo, aunque la pista estaba mojada y el avión se salió de ella.
La capital hondureña era azotada por una pertinaz lluvia desde horas antes del accidente como efecto de la tormenta tropical Alma que estaba estacionada en el litoral Pacífico del istmo centroamericano.
Taca informó que en la aeronave viajaban 60 hondureños, 17 costarricenses, dos canadienses, ocho guatemaltecos, siete estadounidenses, dos españoles, dos brasileños, nueve argentinos, tres mexicanos, cinco nicarag�enses, dos colombianos, tres salvadoreños, un ruso, un alemán, un italiano y un uruguayo.
El vuelo 390, que partió de El Salvador hacía escala en Tegucigalpa, luego en San Pedro Sula, a unos 180 kilómetros al norte de esta capital y de ahí partiría a Miami, su destino final.
El presidente Manuel Zelaya lamentó el accidente, cerró la terminal aérea Toncontín por 48 horas y dispuso que a partir de ahora, ahí solo aterrizarán aviones de hasta 42 pasajeros y helicópteros. Los demás vuelos irán a la base aérea estadounidense Soto Cano, conocida como Palmerola, a unos 64 kilómetros al norte de Tegucigalpa.
Palmerola tiene una pista de 2.700 metros de largo y 50 de ancho. La de Toncontín, construida en 1948, en cambio sólo es de 1.852 metros de largo, con obsoletos equipos de navegación y colinas circundantes, que la hacen una de los más peligrosos del mundo de su tipo.
Por las montañas que rodean el aeropuerto de Tegucigalpa, los pilotos deben hacer una empinada aproximación y, por la falta de luces en la pista, tiene prohibido operar de noche.
Desde 1985 hasta ahora se han registrado alrededor de 10 accidentes aéreos en Honduras, muchos de ellos en Toncontín, con 237 muertos.
El accidente más grave asociado con el aeropuerto ocurrió en 1989 cuando un avión de una flota hondureña chocó contra una colina cercana y murieron 133 personas. También en sus inmediaciones se estrelló en 1998 un helicóptero durante labores de emergencia por el huracán Mitch.