Para los supervivientes de la tragedia asiática, la felicidad de sentirse vivos será casi tan grande como el horror de haber sido testigos de una de las más horribles catástrofes naturales de la historia y el miedo a vivir con los recuerdos de esta pesadilla.
"La experiencia más horrible de mi vida", resume el capitán M. S. L. Fernández después de haber conducido más de 1.000 supervivientes del archipiélago indio de Andaman hacia el puerto de Madras, al sur de India.
Los 1.000 kilómetros de travesía a bordo del MV Nancowrie sirvieron para dejar atrás las ruinas de los archipiélagos de Andaman y Nicobar, muy afectados por el maremoto del 26 de diciembre. En esa región, al menos 4.000 personas murieron.
Los últimos recuentos indican que entre 123.000 y 150.000 personas murieron en lo que se ha considerado la peor tragedia de la década en todo el mundo.
En uno de los relatos más dramáticos del maremoto, una madre australiana que vacacionaba en Tailandia se vio obligada a escoger a cuál de sus dos hijos pequeños salvaría.
Jillian Searle narró a una televisora australiana: "Sabía que tenía que soltar a uno de los dos y entonces pensé que era mejor dejar ir al mayor". Para su fortuna, logró rescatar al niño de dos años, mientras que el otro, de cinco años, fue encontrado dos horas después aferrado a una puerta, con lo cual el menor logró que le permitió sobrevivir.
Bebé en el techo
Entre tanto, un bebé de tan solo un mes, llamado Jefri, fue encontrado vivo en lo alto de un tejado de un pueblo de la isla indonesia de Nias.
"Ya estaba azul y casi rígido por el frío", contaba Dewi, el socorrista de la Cruz Roja que lo encontró en la localidad de Hunulu. La madre del recién nacido está desaparecida.
En un relato sorprendente de solidaridad, una pareja de israelíes que vacacionaban en Tailandia fueron socorridos por un par de palestinos de Jerusalén este que pasaban sus vacaciones en el mismo lugar, informó el diario israelí Maariv .
Yosi e Inbar Gross, de Kiryat Gat, cerca de Tel-Aviv, pasaban su luna de miel en Puket, adonde llegaron el sábado por la noche, la víspera del terremoto y del maremoto que le siguió.
El domingo, después de un paseo por la playa, volvieron a su cuarto de hotel cuando "la ola enorme llegó", contó Yosi Inbar al diario a su regreso a Israel.
Su esposa y él lograron huir, pero perdieron todo en la catástrofe, incluido el dinero y sus pasaportes. Una pareja de palestinos de Jerusalén este, Samy y Sally Jury les dieron dinero para poder regresar a Israel.
"Es una pareja simplemente formidable. Nos dieron dinero para pagar una noche de hotel y nuestros billetes de avión. Es genial", contó Yosi Inbar.