Paraguay tiene la mayor tasa de embarazos adolescentes en América Latina, con 63 nacimientos por cada 1.000 mujeres adolescentes de entre 15 y 19 años. Esta situación llevó al gobierno a desarrollar un plan de educación sexual para implementarlo en los colegios, lo que generó controversia en diversos sectores. La iniciativa, que busca enfrentar esta problemática, fue recibida con indignación por algunos grupos debido a su contenido.
En el país, la comunidad LGBTIQ+ y los grupos a favor del aborto legal enfrentan leyes muy restrictivas. El aborto está prohibido incluso en casos de incesto o violación, lo que ha generado críticas.
En 2017, Paraguay prohibió los debates escolares sobre la identidad de género, reflejando una postura conservadora en temas de educación sexual y derechos de género. El texto titulado 12 Ciencias para la Educación de la Sexualidad y Afectividad, parte del plan educativo, ha causado divisiones políticas. Mientras los políticos de derecha lo defienden, los de izquierda lo critican duramente.
La senadora Esperanza Martínez, de tendencia izquierdista, lo calificó de “muy peligroso” y una “afrenta a la ciencia”. Por su parte, el ministro de Educación, Luis Fernando Ramírez, minimizó la polémica, asegurando que no hay costos adicionales para el Estado y que el tema debe analizarse a fondo antes de emitir juicios definitivos.
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Puntos polémicos
Los puntos más controversiales del plan educativo fueron defendidos por su autora, María Judith Turriaga, quien afirmó a los medios que este programa es una “verdadera batalla por la vida, la familia, los verdaderos derechos de los niños y la libertad de los padres en la educación de sus hijos”. Según Turriaga, los padres han luchado para que el plan se implemente en las escuelas públicas.
El plan enseña a los niños a tratar a los demás con respeto y cultivar relaciones saludables, pero minimiza la eficacia de los métodos anticonceptivos, afirmando que los condones no previenen el embarazo. Además, aborda la masturbación indicando que “psicológicamente trae problemas de frustración y aislamiento” y añade que “el amor marital dura para siempre”.
Otro punto controvertido del texto es su enfoque sobre las niñas, afirmando que deben ser advertidas sobre el impacto que su vestimenta o comportamiento tiene en los varones. También sostiene que, a partir de la pubertad, el cuerpo femenino se prepara para ser “esposa y madre”. Todas las referencias al sexo se hacen exclusivamente en el contexto de relaciones heterosexuales.
Finalmente, los 12 libros que componen el programa incluyen afirmaciones como: “Los niños no perciben con claridad los sonidos muy agudos de la voz humana”, lo que refuerza estereotipos de género y ha provocado más críticas.
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Reacciones
Las reacciones al plan educativo han sido diversas. Yren Rotela, activista trans paraguaya, expresó a los medios su preocupación afirmando que “sin una educación verdaderamente inclusiva que permita entender la realidad, da miedo”. Su opinión fue respaldada por Adriana Closs, presidenta de Familias por la Educación Integral en el Paraguay (Feipar), un grupo que aboga por una educación integral, laica y basada en evidencia científica.
Closs señaló que es fácil en Paraguay, debido a su historia de dictadura reciente, generar proyectos autoritarios que juegan con los miedos y generan odio. Según ella, algunos sectores políticos están aprovechando esta situación debido al contexto internacional.
Por otro lado, los legisladores que apoyan el plan ven las críticas como parte de una “conspiración occidental para feminizar a los niños y hacer que las niñas sean lesbianas”, reflejando una visión conservadora sobre las corrientes educativas actuales.
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