Roma. Italia, que observa una desaceleración de la pandemia del coronavirus, piensa ya en su recuperación con un plan sanitario, aunque el gobierno advierte que el retorno a la normalidad no será de hoy para mañana.
Este país, hasta ahora el más enlutado del mundo al acumular más de 15.000 muertes, tuvo este fin de semana una disminución en el número de hospitalizaciones en cuidados intensivos, por primera vez desde que estalló la crisis del coronavirus en su territorio hace más de un mes.
Temiendo un relajamiento del comportamiento de la gente por la llegada de la primavera y las vacaciones de Pascua, las autoridades no dejan de repetir en los últimos días: “No hay que bajar la guardia” contra el coronavirus.
“No estamos en condición de aligerar las medidas de confinamiento", advirtió el primer ministro, Giuseppe Conte, al anunciar que Italia seguirá paralizada al menos hasta el 13 de abril.
“La emergencia no ha terminado. El peligro no ha desaparecido. Tenemos aún unos meses difíciles por delante, no desperdiciemos los sacrificios hechos", exhortó el ministro de Salud, Roberto Speranza, en una entrevista con los diarios Il Corriere della Sera y La Repubblica.
El objetivo es una vuelta a la normalidad lo antes posible, agregó el ministro sin dar una fecha.
El jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli, quien da todos los días el balance de víctimas, anunció el viernes que Italia seguiría confinada hasta el 1 de mayo, aunque precisó que la decisión correspondía exclusivamente al gobierno.
Cauteloso, Borrelli mencionó el 16 de mayo como posible fecha de entrada en una fase 2, sinónimo de “coexistencia con el virus”, pero solo si la evolución (de la pandemia) no cambia.
¿Con cuáles medidas sanitarias? El ministro de Salud expuso el domingo un plan estratégico en cinco puntos para salir gradualmente de la pandemia, el cual prioriza el uso generalizado de mascarillas, el distanciamiento social escrupuloso en los lugres de vida y de trabajo y un dispositivo de hospitales dedicados a combatir el covid-19. Estos quedarán abiertos tras la crisis para impedir un posible retorno del virus.
El gobierno prevé reforzar las redes sanitarias locales para que cada enfermo identificado pueda ser objeto de pruebas de detección y del tratamiento, así como tomar muestras de la población para determinar el número exacto de contaminados.
El gobierno considera también el uso de una aplicación en los teléfonos inteligentes, basada en el modelo surcoreano, para ubicar los movimientos de los enfermos diagnosticados en las 48 horas anteriores a la infección y favorecer la telemedicina para vigilar a domicilio su frecuencia cardíaca y su nivel de oxígeno en la sangre.
“Incluso cuando los casos de coronavirus caigan a cero, la vida no será la misma durante mucho tiempo”, advirtió el presidente del Instituto Superior de Salud (ISS), Silvio Brusaferro.
Con la relajación de las medidas de confinamiento, las primeras actividades que deberían reanudarse son las vinculadas a la cadena de suministro alimentario y farmacéutico. Eso también debería ser el caso de los artesanos cuyas tiendas pasen un número limitado de personas.
Los bares, restaurantes, discotecas o gimnasios serán los últimos en abrir y, llegado el momento, es probable que sus propietarios deban prever una distancia de seguridad de al menos un metro entre sus clientes y con su personal.
Las personas que deseen volver a Italia -unos 200.000 italianos actualmente según cifras oficiales- deberán ponerse en aislamiento y presentar a bordo de un avión o de un tren una declaración jurada en la que se precise la dirección en la que deberán someterse a un período de cuarentena.
Los transportes públicos deberán mantener una frecuentación baja, lo que sería posible gracias a los controladores encargados de hacer respetar una distancia entre los pasajeros, utilizando sólo un asiento sobre dos o dejando que un número limitado de personas suba a bordo de los trenes de metro, autobús o tren.