Ciudad del Vaticano. El papa Francisco celebró la misa del Domingo de Ramos en una Basílica de San Pedro vacía debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
Mientras Francisco realizaba la eucaristía en el Vaticano, párrocos en otras partes de Roma se subieron a los techos de las iglesias y campanarios para dirigir los servicios religiosos a algunos fieles que pudieron presenciar los rituales.
Francisco se vio pensativo y sonaba apagado. La misa de Domingo de Ramos es la primera de varias ceremonias de la Semana Santa que no contarán con la presencia de los fieles, debido a que las rígidas medidas de aislamiento en Italia prohíben las reuniones públicas.
Por lo general, decenas de miles de católicos, turistas y peregrinos abarrotan la Basílica de San Pedro para la misa de Domingo de Ramos.
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A la ceremonia solo asistieron algunos obispos, monjas y laicos invitados, quienes estuvieron sentados en las primeras bancas y mantuvieron distancia entre unos y otros para reducir los riesgos de contagio. Un coro masculino, también practicando un distanciamiento social, cantó las alabanzas, acompañados por un organista.
“Hoy, en la tragedia de una pandemia, frente a muchos valores falsos que se han desmoronado, ante tantas esperanzas traicionadas, en el sentido del abandono que pesa sobre nuestros corazones, Jesús nos dice a cada uno de nosotros: ‘Valor, abran su corazón a mi amor’”, dijo el papa.
Fuera del Vaticano, los sacerdotes celebraron la misa en los techos de las iglesias para que los fieles que vivían en edificios aledaños pudieran observar desde sus balcones y terrazas.
Las medidas de distanciamiento social interrumpieron las prácticas del Domingo de Ramos en todo el mundo.
En Jerusalén, donde miles de peregrinos generalmente participan en la procesión, este año sólo un número limitado pudo participar. Los clérigos y fieles fueron de puerta en puerta lanzando las ramas a los cristianos que se asomaban de sus balcones.
“Este año debido a la nueva situación, estamos tratando de llegar a todos los cristianos en nuestro barrio cristiano para traerles estas ramas de olivo, en señal de la esperanza nueva”, comentó el reverendo Sandro Tomasevic, un clérigo católico en la parroquia latina de Jerusalén. El Domingo de Ramos conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén.
En la natal Argentina del papa, los fieles usaron plantas en sus casas para una bendición “virtual” durante una transmisión en vivo de los servicios.