Kazajistán
Las primeras negociaciones de paz entre emisarios del presidente sirio Bashar al-Asad y los rebeldes empezaron este lunes en Astaná, capital de Kazajistán, marcadas por la negativa de último minuto de los insurgentes en negociar cara a cara con el régimen.
Estas conversaciones se producen en un nuevo contexto en Siria en los últimos meses, tras la decisiva intervención militar rusa en apoyo del régimen y la progresiva pérdida de influencia de Washington.
El resultado fue que las tropas sirias recuperaron a finales del 2016 el control total de Alepo, la segunda ciudad del país, obligando a los rebeldes a aceptar un alto el fuego negociado por Rusia, aliado de Damasco, y Turquía, apoyo de los rebeldes.
Además, ahora ya ni se plantea el tema de la salida del poder de Asad.
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Reunión
En Astaná la primera sesión de las negociaciones –que deben durar al menos dos días– fue abierta por el ministro kazajo de Relaciones Exteriores, Kairat Abdrajmanov, ante las dos delegaciones reunidas en una misma sala en torno a una gran mesa circular en el hotel Rixos de Astaná.
"Este encuentro es una demostración flagrante de los esfuerzos de la comunidad internacional hacia una solución pacífica de la situación en Siria", afirmó Abdrajmanov al leer una declaración del presidente kazajo Nursultan Nazarbayev.
Pero poco antes del inicio de la reunión, los rebeldes sirios dijeron que se negaban a negociar directamente con los emisarios del presidente Bashar al-Asad.
"La primera sesión de negociaciones no será cara a cara dado que el gobierno no ha respetado hasta ahora lo que firmó el 30 de diciembre", declaró uno de los portavoces de la delegación rebelde, Yehya al-Aridi, en referencia al frágil alto el fuego en Siria apadrinado por Rusia y Turquía.
No precisó si los rebeldes aceptarán negociar directamente en las próximas sesiones.
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Los rebeldes reprochan principalmente a las fuerzas gubernamentales el proseguir los combates en Wadi Barada, una zona al norte de Damasco clave para el abastecimiento de agua de la capital siria.
Durante la noche se registraron combates en ese lugar, así como en la región en torno a Damasco, donde el ejército sirio reanudó el asedio de Madaya, ciudad bajo control rebelde cercana a la frontera con Líbano, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Nueve civiles, incluidos seis niños, murieron el domingo en bombardeos realizados por la aviación del régimen en la provincia rebelde de Homs, según la misma fuente.
¿Deponer las armas?
Rebeldes y emisarios del régimen dijeron que sus negociaciones estarían sobre todo centradas en reforzar la tregua.
Yehya al-Aridi precisó que el objetivo es también mejorar el acceso de la ayuda humanitaria a las ciudades asediadas. "Sería una base fuerte que podrá ser retomada en Ginebra", donde se celebran nuevas conversaciones bajo la égida de la ONU el 8 de febrero, indicó.
El objetivo para el régimen es también lograr una solución política "global" tras casi seis años de guerra. Asad pidió a los rebeldes que depongan las armas a cambio de una amnistía.
La delegación rebelde, integrada por 14 miembros apoyados por 21 consejeros, está presidida por Mohamad Aluche, un responsable del grupo Jaich al Islam (Ejército del Islam). Los emisarios del régimen son diez, liderados por Bashar Jaafari, embajador sirio ante la ONU.
Los medios estatales informaron este lunes que los emisarios del régimen se entrevistaron poco antes del inicio de las negociaciones con representantes iraníes y con el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura.
En los intentos fallidos de negociación en Ginebra en el 2012, 2014 y 2016, frente a los emisarios del régimen se sentaron opositores políticos sirios, muchos de ellos exiliados.
En las conversaciones de Astaná, ahora estos opositores se ven relegados a un papel de consejeros al servicio de los rebeldes.