KATMANDU (AFP) El destituido rey Gyanendra abandonó el miércoles su palacio después de aceptar la abolición de la realeza en Nepal y dar paso a la espectacular transformación de la monarquía nepalesa en una República controlada por los maoístas.
La partida de Gyanendra, constatada por un periodista de la AFP, es la consagración de un increíble proceso político de dos años durante el cual los nepalíes pusieron fin a una guerra civil, llevaron al poder a la ex rebelión maoísta y enterraron más de dos siglos de realeza instaurando un régimen republicano.
En un discurso a la nación, uno de los pocos, el ex soberano, sentado y rodeado por dos tigres y una cabeza de rinoceronte disecados, aseguró que "respeta el veredicto del pueblo".
El "dios-rey" venerado como la encarnación de Vishnú, perdió su corona el 28 de mayo cuando una asamblea constituyente elegida el 10 de abril y dominada por los maoístas decidió el fin de la monarquía y proclamó la República, después de 239 años de dinastía real de los Shah.
Pero el ex monarca, que hablaba en público por primera vez desde hace semanas, aseguró que "no abandonará el país" para irse al exilio.
Gyanendra afirmó que la corona de diamantes, rubíes y esmeraldas y el cetro del Shah "fueron devueltos al gobierno de Nepal".
A los 60 años, debería instalarse en una antigua residencia real en la periferia de Katmandú. Su gigantesco palacio de Narayanhiti, en el corazón de la capital, será transformado en museo.
Según la prensa, el ex soberano reclamó una guardia cercana de 400 soldados, pero el gobierno sólo le concedió 75.
El y su esposa, la ex reina Komal, deberán también renunciar a 600 "secretarios, asistentas, jardineros, cocineros, ahora convertidos en empleados" de la nueva República de Nepal, advirtió el ministerio del Interior.
"Está bien verlo aceptar el veredicto del pueblo, pero no tenía otra opción", se congratuló el dirigente maoísta Chandra Prakash Gajurel.
Los ex guerrilleros de extrema izquierda, que combatieron en la selva entre 1996 y 2006 para derrocar al rey, se volvieron mucho más conciliadores desde que triunfaron en las urnas.
Gyanendra desmintió también los rumores que lo acusan de haber fomentado la matanza de la familia real en junio de 2001, cuya desaparición le permitió acceder al trono.
"En 2001, ni siquiera pude llorar la muerte de mi hermano, de mi cuñada, de mis sobrinos y sobrinas. Las acusaciones efectuadas en nuestra contra han sido inhumanas", sostuvo.
Esa espectacular tragedia no ha dejado de traumatizar a los nepalíes.
La madrugada del primero de junio, el príncipe heredero Dipendra, al parecer ebrio y drogado, asesinó al rey Birendra, a la reina Aishwarya, y a ocho miembros de la familia, antes de intentar suicidarse.
Gravemente herido, Dipendra se proclamó rey y Gyanendra, su tío, fue nombrado regente. Pero a la muerte de su sobrino, Gyanendra se convirtió en rey.
El último rey de Nepal, cuya fortuna es valorada en más de 200 millones de dólares, dijo que tras abandonar el palacio empezaría una existencia como un simple ciudadano.
"En estos últimos siete años no he acumulado ni dinero, ni propiedades", aseguró Gyanendra, otrora empresario, reputado autócrata y hábil estratega.
La abolición de la monarquía y la salida de Gyanendra del palacio real son el resultado de un acuerdo que en abril de 2006 alcanzaron los partidos políticos nepalíes y los maoístas que se aliaron en manifestaciones democráticas y obligaron al monarca a renunciar al poder absoluto que se había otorgado en febrero de 2005.
El 21 de noviembre de 2006, todas las fuerzas políticas nepalíes sellaron un histórico acuerdo de paz después de más de 10 años de guerra civil, que dejó 13.000 muertos y una economía en ruinas, en este país himalayo enclavado entre India y China.
© 2008 AFP