Líderes mundiales aceptaron ayer la realidad: otros cuatro años del presidente estadounidense George W. Bush en la Casa Blanca, al tiempo que sus críticos prometieron mejorar las relaciones, en especial en el tema de Iraq.
Aliados como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el presidente ruso, Vladimir Putin, vieron la reelección de Bush como el fortalecimiento de la guerra declarada de Estados Unidos contra el terrorismo.
Por su parte, el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, el más firme aliado de Estados Unidos en Europa, dijo que el mundo “debe cooperar con el presidente Bush para lograr la paz en Oriente Medio”.
“La necesidad de revitalizar el proceso de paz en Oriente Medio es hoy el desafío político más apremiante en nuestro mundo”, expresó Blair a reporteros en su residencia en Downing Street.
Resignados
Algunos europeos desencantados instaron al mandatario a tratar de sanar las heridas trasatlánticas causadas por pasadas diferencias a causa de la invasión al país árabe.
El canciller alemán, Gerard Schroeder, cuya oposición abierta a la invasión de Iraq enfureció a Washington, pero le ayudó a ser reelegido en Alemania en 2002, trató de buscar puntos comunes con el mandatario norteamericano.
“Seguiré adelante con la buena cooperación que tenemos. Esto responde a los intereses de Estados Unidos, así como los de Alemania y Europa”, dijo Schroeder.
El presidente francés, Jacques Chirac, otro de los fieros opositores a la invasión de Iraq, felicitó a Bush y habló de su “lucha conjunta contra el terrorismo”.
Muchos árabes pronosticaron que continuará el derramamiento de sangre en Oriente Medio debido a las políticas de Bush, que consideran equivocadas, pero en otras partes políticos y analistas dijeron que la continuidad del mandato en la Casa Blanca tenía beneficios.
Los simpatizantes de Bush en el extranjero se centraron en lo que consideran la posición más firme contra el terrorismo tres años después de los atentados del 11 de setiembre.
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