Erbil, Irak
Las fuerzas iraquíes combatían este domingo entre trampas, francotiradores y coches bomba lanzados por suicidas tratando de cerrar el cerco de Mosul y en otras zonas del país, donde seguían enfrentando a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
Las fuerzas kurdas anunciaron una nueva ofensiva al amanecer del domingo en Bashiqa, al noreste de Mosul, donde unos 10.000 combatientes participaban en el asalto de la ciudad, aún en manos del EI.
La operación coincidió con la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, a la región autónoma del Kurdistán iraquí para apoyar esta ofensiva, que la coalición liderada por Estados Unidos respalda con apoyo aéreo y terrestre.
Lanzado el pasado lunes, el asalto busca recuperar la última gran ciudad y bastión simbólico iraquí en manos del EI, un nuevo golpe para el autodeclarado "califato" de los yihadistas en Siria e Irak.
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Estos respondieron el viernes con un asalto sorpresa a la ciudad de Kirkuk, controlada por los kurdos, y dos días después las fuerzas de seguridad seguían enfrentándose a los combatientes implicados en el ataque.
Decenas de atacantes, incluyendo varios kamikazes, no consiguieron apoderarse de los edificios gubernamentales clave, pero sembraron el caos en Kirkuk, una ciudad multiétnica y rica en petróleo.
Al menos, 51 yihadistas fueron abatidos, incluyendo otros tres más este domingo, según fuentes de seguridad.
Los choques esporádicos continuaban el domingo, informó un oficial de seguridad, mientras las fuerzas rodeaban a los yihadistas en el distrito de Nidaa, en Kirkuk.
Al menos 46 personas, la mayoría miembros de las fuerzas de seguridad, murieron en el asalto.
En otro frente, las fuerzas de élite trataban de retomar el control de Qaraqosh, ubicada al este de Mosul, que era la ciudad cristiana más grande de Irak.
Por otro lado, los yihadistas del EI también atacaron Rutba, un pueblo remoto cercano a la frontera con Jordania, en la provincia de Anbar (oeste) con cinco coches bomba, informó el ejército en un comunicado.
Los atacantes se hicieron con el control de la oficina del alcalde durante un breve lapso, pero las fuerzas de seguridad consiguieron recuperar el control rápidamente, agregaba el texto.
El espectacular ataque de Kirkuk, un tipo de asalto que, según los observadores, podría repetirse a menudo a medida que el EI vaya perdiendo terreno, desvió temporalmente la atención de Mosul.
Pero nada parece indicar que este haya influido en el impacto de la ofensiva para recuperar la ciudad, la mayor operación del ejército iraquí en años.
En su viaje a Irak, Carter se reunió con el primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, el sábado, y con el el líder kurdo Masud Barzani, el domingo.
El general estadounidense Stephen Townsend, al mando de la coalición, dijo el sábado que los yihadistas estaban oponiendo una resistencia feroz.
"Es bastante significativo, estamos asistiendo a fuego enemigo indirecto, con múltiples artefactos explosivos improvisados, múltiples ingenios explosivos improvisados colocados en vehículos cada día, inclusive algunos misiles teleguiados antitanque", dijo en Bagdad.
El ejército estadounidense cree que el EI cuenta con entre 3.000 y 5.000 combatientes dentro de Mosul y entre 1.000 y 2.000 en los alrededores.
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Un funcionario del gobierno francés señaló a la AFP que la incursión en Mosul, que aún podría demorarse un mes, podría marcar el inicio de una fase de duras batallas callejeras con el EI.
Se calcula que 1,2 millones de personas viven en la ciudad, en manos del EI desde hace dos años. Varios miles de civiles han huido a campamentos desplegados al sur de Mosul desde entonces. "Más de 5.000 personas se encuentran desplazadas actualmente y necesitan asistencia humanitaria", indicó Naciones Unidas en un comunicado este domingo.
La operación podría dejar hasta un millón de desplazados, lo que podría acarrear una situación de emergencia humanitaria sin precedentes, en un país en el que más de 3 millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares en los dos últimos años.