Beirut. El ejército israelí anunció este martes que lanzó una ofensiva terrestre en el sur de Líbano contra Hezbolá, después de una semana de intensos bombardeos contra el movimiento islamista proiraní que causaron cientos de muertos.
Hezbolá, sin embargo, desmintió que soldados israelíes entraran en territorio libanés y que se produjeran “enfrentamientos directos” entre sus combatientes y las fuerzas israelíes.
“Todas las afirmaciones sionistas según las cuales las fuerzas de ocupación habrían entrado en Líbano son falsas”, afirmó el responsable del departamento de información de Hezbolá al canal Al Jazeera.
Los cascos azules de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desplegados en Líbano también afirmaron que no se detectó ninguna incursión terrestre israelí en el sur del país.
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Pese a las advertencias internacionales contra una escalada en la región, el ejército israelí anunció en la madrugada del martes que realizó “incursiones terrestres limitadas, localizadas y selectivas”, respaldadas por ataques aéreos y de artillería, contra “objetivos e infraestructuras terroristas” de Hezbolá en poblados cercanos a la frontera con Israel.
Israel ya había avisado que, aunque asestó un duro golpe al movimiento islamista con el asesinato de su jefe, Hasán Nasralá, el viernes en un bombardeo cerca de Beirut, la batalla no había terminado.
Tras anunciar el inicio de las incursiones terrestres, el ejército israelí reportó el martes “violentos combates” en la zona e instó a la población a evacuar casi 30 localidades del sur del país.
Primer ministro libanés solicita ayuda para desplazados
En paralelo, el ejército israelí bombardeó el sur de Beirut, un bastión de Hezbolá, los alrededores de Damasco, en Siria, y la Franja de Gaza, donde Israel lanzó una ofensiva en represalia al ataque del movimiento islamista palestino Hamás el 7 de octubre.
Hezbolá indicó que disparó “andanadas de cohetes de tipo Fadi 4″ contra la principal base de inteligencia militar israelí, Glilot, cerca de Tel Aviv. Según la prensa israelí, dicha base albergaría también la sede del Mosad, el servicio israelí de inteligencia exterior.
Tras el ataque del 7 de octubre, Hezbolá abrió un frente en la frontera con Israel en apoyo a su aliado Hamás, que gobierna la Franja de Gaza.
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Luego de meses de intercambios de disparos transfronterizos, el ejército israelí intensificó su campaña a mediados de setiembre, con el objetivo de debilitar a Hezbolá y permitir el regreso de miles de habitantes del norte de Israel, desplazados por el conflicto.
En Líbano, más de un millar de personas murieron, según el ministerio de Salud, desde las explosiones de los dispositivos de comunicación de Hezbolá, el 16 y 17 de setiembre, atribuidas a Israel, y el inicio de los bombardeos masivos contra los bastiones del movimiento islamista.
Líbano se encuentra en “una de las fases más peligrosas de su historia”, advirtió el martes el primer ministro Nayib Mikati, instando a la ONU a suministrar ayuda urgentemente a los desplazados, que ya suman un millón, tras los bombardeos de los últimos días, según sus datos.
Llamados internacionales a desescalada
Los llamados internacionales a la desescalada se multiplicaron para evitar una guerra regional.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos advirtió el martes sobre las consecuencias de una “invasión terrestre a gran escala” de Israel en Líbano. Y la misión de los cascos azules de la ONU en Líbano alertó que toda incursión sería “una violación de la soberanía libanesa y de su integridad territorial”.
Desde Washington, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, señaló que estaba de acuerdo con Israel sobre “la necesidad de desmantelar infraestructuras” de Hezbolá para garantizar que “no pueda ejecutar ataques similares al del 7 de octubre en las comunidades del norte de Israel”.
Sin embargo, defendió una “solución diplomática” para garantizar la seguridad de los civiles en ambos lados de la frontera.
Para aclarar la situación, el embajador israelí en Francia, Joshua Zarka, afirmó que su país “no tiene la intención de invadir Líbano” ni de quedarse “durante meses”. Añadió que se quiere evitar “el error de 1982″, cuando Israel invadió el sur de Líbano y sus tropas no se retiraron hasta el 2000.
Por su parte, Irán, aliado clave de Hezbolá y de Hamás, descartó desplegar combatientes en Líbano y en Gaza para enfrentar a Israel. Aun así, el secretario estadounidense Austin advirtió a Teherán de “serias consecuencias” si llega a atacar a Israel.
En la Franja de Gaza, continúa la ofensiva israelí, iniciada tras el ataque de Hamás el 7 de octubre que dejó 1.205 muertos, en su mayoría civiles, según un recuento de esta agencia basado en cifras oficiales israelíes, aunque los bombardeos disminuyeron en los últimos días.
La Defensa Civil palestina dijo el martes que 12 personas murieron en un bombardeo en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, y otras siete murieron en un ataque contra una escuela que albergaba a desplazados cerca de Ciudad de Gaza, en el norte.
Hasta el momento, la ofensiva israelí dejó más de 41.600 muertos en Gaza, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud del territorio.