La Paz. DPA Y AFP. El gobierno del presidente de Bolivia, Evo Morales, consideró “un fracaso para los grupos oligárquicos” el paro de los cuatro departamentos que procuran enfrentar al oficialismo en la Asamblea Constituyente.
“El pueblo de los barrios pobres de las ciudades, obreros, campesinos, transportistas, comerciantes, microempresarios, así como los campesinos e indígenas, desafiaron su autoridad y ya no los reconocen como sus voceros”, dice un comunicado oficial.
Según Morales, para garantizar el acatamiento a la medida de fuerza, los comités cívicos de cada provincia contaron con aportes económicos de poderosos grupos empresariales y la infraestructura de prefecturas y alcaldías locales.
El comunicado oficial del gobierno asegura que “quienes decidieron no adherirse al paro fueron agredidos en plena calle por piquetes de la denominada agrupación Unión Juvenil Cruceñista, afín al comité cívico Pro Santa Cruz”.
“Las imágenes televisivas mostraron la violencia con la que actuaron estos grupos de choque del comité cívico cruceño, con claras connotaciones racistas contra los pueblos indígenas”, explica el pronunciamiento del Ejecutivo.
Según asegura el gobierno en el texto, “pese a la intimidación, en las zonas rurales y en los barrios pobres de las ciudades, la resistencia al paro cívico fue contundente”.
“Por primera vez, hubo una rebelión de los marginados y excluidos contra la medida de fuerza de las oligarquías regionalistas, a la cabeza de las centrales obreras regionales y de organizaciones barriales y campesinas”, subraya.
Para las autoridades gubernamentales, la mayoría del pueblo boliviano sabe que el verdadero objetivo de esta huelga es frenar el proceso de cambio que vive ese país con Morales.
Aseguran que Bolivia va camino hacia un nuevo modelo económico de justicia social y recuperación de sus recursos naturales estratégicos y “hacia un nuevo modelo político de inclusión de las mayorías nacionales”.
Por su parte, el Comité Cívico Pro-Santa Cruz refutó las afirmaciones oficialistas y el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, consideró que la huelga fue “una fiesta, un éxito”.