Ciudad de Guatemala.
El gobierno de Guatemala lanzó este martes una campaña para evitar la migración de niños y adolescentes a Estados Unidos, que ha provocado una crisis humanitaria por el éxodo masivo de menores centroamericanos.
La campaña, denominada "Quédate", será divulgada en radio y televisión, actividades públicas, establecimientos escolares y consulados, dijo la secretaria de Bienestar Social de la presidencia, Raquel Vielman, durante la presentación en el céntrico Palacio Nacional de la Cultura.
Explicó que el objetivo del programa es "hacer conciencia a los padres de familia y a los mismos niños y adolescentes del peligro que corren al viajar solos a Estados Unidos".
"Me duele en el alma que las madres expongan a sus hijos, vamos a hacer hasta lo imposible por frenar la migración de los niños", aseguró la primera dama, Rosa Leal, esposa del presidente Otto Pérez e impulsora de la iniciativa.
Leal reconoció que la campaña no resolverá el problema de la migración, debido a que ello implica impulsar programas de desarrollo en las comunidades rurales pobres del país, porque de lo contrario "seguirán viendo a Estados Unidos como la única oportunidad".
En tanto, el canciller Fernando Carrera atribuyó la migración de los niños a "problemas estructurales y de violencia criminal e intrafamiliar".
El anuncio de la campaña coincide con la visita que realizará a Guatemala este martes y miércoles el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jeh Johnson, para tratar la crisis humanitaria por el éxodo de miles de niños centroamericanos a ese país.
Johnson llegará acompañado por el jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, John Kelly, y el consejero del Departamento de Estado Thomas Shannon.
El presidente guatemalteco adelantó que para la tarde de este martes tendrá una reunión con los tres funcionarios estadounidenses, pero se desconoce si habrá una declaración a la prensa.
Cifras estadounidenses indican que del 1.° de octubre de 2012 al 30 de septiembre de 2013, fueron interceptados 24.493 menores que ingresaron clandestinamente a Estados Unidos sin la compañía de un adulto, procedentes de Honduras, El Salvador y Guatemala .
En los ocho meses siguientes, la cifra se incrementó a más de 47.000.