Ciudad de Guatemala. El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, inauguró este martes una cárcel de máxima seguridad reformada, recuperada del control de las pandillas que desde allí ordenaban asesinatos y extorsiones, y donde incluso tenían animales salvajes.
“Hoy comienza (...) una nueva época en el sistema penitenciario guatemalteco”, afirmó el mandatario en el ahora llamado Centro de Detención de Máxima Seguridad Renovación I, en Escuintla, a 70 km al sur de la capital.
Esta cárcel, que antes de su reestructuración era conocida como “El Infiernito”, fue intervenida en junio pasado por decenas de policías y militares, quienes hallaron en el sitio armas, dinero, licores y animales salvajes, como cocodrilos y zorros.
“Era un cuartel general desde donde los delincuentes podían perpetuar su negocio, irónicamente mientras cumplían su condena”, dijo Arévalo, señalando que desde “El Infiernito” se cometían delitos como extorsión, tráfico de drogas y sicariato.
Los 225 miembros de la pandilla Barrio 18 que estaban recluidos allí fueron trasladados a otra prisión mientras se realizaba la reestructuración, en la cual se instalaron sistemas de vigilancia y control de metales.
Arévalo señaló que el Centro Renovación I será “un modelo” dentro del proyecto que busca “transformar todo” el sistema penitenciario.
El ministro del Interior, Francisco Jiménez, comparó “El Infiernito” con “una verdadera universidad del crimen”, donde el control lo ejercían los detenidos.
La prisión se había convertido en un “centro vacacional” y “el descaro era tal que hasta un zoológico tenían los reos, con colecciones de animales exóticos; incluso había animales en peligro de extinción”, comentó Jiménez.
Las autoridades anunciaron que próximamente serán trasladados al Centro Renovación I unos 260 pandilleros de alta peligrosidad.
Las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha se disputan el control de territorios para exigir el pago de extorsiones a los ciudadanos, quienes son asesinados si se niegan a pagar, según las autoridades.
Las autoridades reconocen que la mayoría de las llamadas de extorsión provienen desde las prisiones.
En Guatemala hay 25 cárceles donde están recluidas más de 22,800 personas, según datos oficiales.