Ciudad de Guatemala. AFP. Su esposa fallecida, cuatro de sus cinco hijos en una casa-hogar y él tendido en la cama 46 de cirugía B del hospital Roosevelt, de Guatemala, a la espera de una operación de tráquea desde hace siete meses.
La vida del campesino Adán Leonardo Hernández depende de una operación cuya realización está sujeta a la huelga de médicos que protestan por la falta de equipo y material médico.
Hernández fue víctima de un ataque armado por problemas de tierra el 9 de marzo en la aldea San José Mangales, Sayaxché, en el departamento de Petén (norte), y desde el 16 de marzo está en el hospital capitalino a la espera de una operación de tráquea para poder alimentarse normalmente.
“No recuerdo hace cuánto tiempo me subieron a sala de operaciones porque me dijeron que me iban a operar, pero antes de entrar me volvieron a bajar porque llegó un paciente que tenían que operar de emergencia y hasta el momento sigo esperando”, afirmó Hernández.
Hernández forma parte del 80% de la población guatemalteca, estimada en unos 13 millones de habitantes, que vive en condiciones de pobreza y pobreza extrema, y que por ende recurren a los hospitales públicos en busca de atención médica.
Desde su llegada al nosocomio, es alimentado con suero, pues si ingiere algún tipo de comida o bebida, por tener la tráquea rota, se le puede ir a los pulmones.
Los ojos de Hernández se llenan de agua al recordar que en los casi siete meses que tiene de estar internado solo una vez ha podido ver a sus cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, y sostiene que casi ni lo reconocían por la pérdida de peso, actualmente pesa 95 libras (cerca de 45 kilos).
No pudo asistir al entierro de su esposa, quien pereció en el ataque armado, a manos de los hijos de un finquero que les disputaba parte de un terreno que el juzgado de Sayaxché otorgó a Hernández y su familia.
Su espera por una operación se prorrogará indefinidamente, pues médicos y autoridades sanitarias mantienen el pulso.