La Habana. El huracán Rafael salió de Cuba este miércoles por la noche. Dejó a la isla en tinieblas debido a un apagón generalizado y con destrozos en algunos poblados, tras golpear como un poderoso huracán categoría 3. La tarde de este jueves, el servicio eléctrico comenzó a restablecerse en algunas partes.
Rafael azotó el occidente de Cuba dos semanas después del paso de la mortal tormenta Oscar, que golpeó el este de la isla durante un corte de energía eléctrica que duró cuatro días.
“El centro de Rafael se desplaza hacia el sureste del Golfo de México”, indicó en su último reporte el Centro Nacional de Huracanes (NHC), con sede en Miami.
Rafael ingresó por playa Majana en la provincia de Artemisa (oeste). Permaneció dos horas y media sobre el territorio cubano antes de debilitarse a categoría 2 en la escala Saffir-Simpson, que llega a un máximo de 5.
La isla se encuentra sin servicio eléctrico. Los “fuertes vientos provocados por el huracán de gran intensidad Rafael provocaron la desconexión del sistema eléctrico nacional”, indicó en la red X la estatal Unión Eléctrica.
Por la noche, Lázaro Guerra, director de electricidad del Ministerio de Energía y Minas, precisó que “la salida de generadores y el disparo de líneas de transmisión provocaron la caída del sistema” eléctrico nacional de Cuba, que cuenta con 10 millones de habitantes.
El NHC advirtió de marejadas ciclónicas potencialmente mortales, vientos huracanados dañinos e inundaciones repentinas en parte del occidente del país caribeño.
Ciudadanos desesperados luego del paso de Rafael
En Candelaria, un apacible poblado rural a 40 kilómetros de playa Majana, las calles se llenaron de ramas, tejas y pedazos de concreto de fachadas de casas que no resistieron la cruel embestida del huracán.
“Estoy desesperada, me quedé sin techo, el techo se me fue y no sé qué voy a hacer”, relató a esta agencia Marta León Castro, una funcionaria de 57 años, todavía asustada y con lágrimas en los ojos.
Los vecinos blindaron con tablones puertas y ventanas de sus casas; algunos ataron sus techos de aluminio con cables o los llenaron con sacos de arena para evitar que volaran.
En la cuadra donde vive León, al menos cinco familias perdieron los techos de forma parcial o total.
“Estoy nerviosa, no sé lo que va a pasar”, añadió antes de salir a caminar bajo la lluvia, mientras sus vecinos intentaban calmarla.
Miles de personas fueron evacuadas en pueblos costeros de Artemisa y 21.000 en Pinar del Río.
El huracán Oscar, que azotó Cuba el 20 de octubre, dejó ocho muertos en la isla y también ocurrió en medio de un corte total de electricidad.
Entonces, el apagón se debió a fallas en las plantas termoeléctricas y a la falta de combustible.
Las graves inundaciones de Oscar sorprendieron a los habitantes de dos localidades guantanameras, San Antonio del Sur e Imías, donde se registraron las ocho muertes.
Turistas varados
Los fuertes vientos y las lluvias de Rafael también afectaron a La Habana, donde viven dos millones de personas. Los comercios fueron cerrados y en varias gasolineras se retiraron las bombas de combustible. Las calles lucían casi vacías.
Según el diario oficial Granma, se suspendieron “las operaciones aéreas” en la región occidental del país, medida que incluyó a los aeropuertos de La Habana y del famoso balneario de Varadero, en la vecina provincia de Matanzas.
Hoteles de la capital se encontraban llenos de turistas varados. En algunos casos, estos se reunieron a la luz de velas en los restaurantes y vestíbulos de los hoteles, esperando que se calmara el temporal.
Desde el martes, las clases se interrumpieron en varias provincias. En La Habana y otras localidades del oeste de Cuba también paró el servicio de transporte público de pasajeros.
Desde el gigantesco apagón, el país ha sufrido numerosos cortes de luz debido al déficit crónico de generación de electricidad. En septiembre de 2022, la isla ya había enfrentado un apagón generalizado tras el paso del huracán Ian por el occidente.
Cuba enfrenta su peor crisis económica en treinta años, con escasez de alimentos y medicinas y una inflación galopante.