La fe cristiana sufrió duros golpes en Estados Unidos esta semana cuando los episcopalianos desataron una polémica al ratificar como obispo a un homosexual, mientras los católicos ofrecían dinero para sacudirse de demandas por abusos sexuales.
Los episcopalianos ratificaron el miércoles, en una convención realizada en Minneapolis (Minnesotta), la elección del homosexual declarado Gene Robinson como obispo de New Hampshire, y un día después decidieron dar su aprobación a las uniones de parejas del mismo sexo.
La Iglesia Episcopal de EE. UU. tiene 2,7 millones de feligreses y es una rama de la Iglesia Anglicana (de Inglaterra), que tiene más de 77 millones de miembros en todo el mundo.
La primera reacción provino del arzobispo de Canterbury (Reino Unido), Rowan Williams, primado de la Iglesia Anglicana, quien pidió cautela y advirtió de “tiempos difíciles”.
Williams convocó el viernes una cumbre extraordinaria de obispos anglicanos que se celebrará en octubre próximo para tratar sobre esa decisión de la Iglesia Episcopal.
Robinson, de 56 años, divorciado y padre de dos hijos, vive desde hace 13 años con su compañero sentimental, Mark Andrew.
Los delegados que participaban en la convención episcopal dieron otro golpe un día después al reconocer las uniones del mismo sexo.
La resolución fue aprobada por la cámara de representantes de la Iglesia Episcopal, una congregación de sacerdotes y laicos, después de admitir que sus sacerdotes desde hace tiempo realizan ceremonias para consagrar la unión de personas del mismo sexo.
Robinson manifestó su esperanza de que no se produzca un éxodo de miembros de la Iglesia.
Dolor de cabeza
Los problemas sexuales no fueron exclusivos de los episcopalianos y esta semana la archidiócesis católica de Boston (Massachusetts), ofreció $55 millones para resolver más de 500 denuncias de abuso sexual contra sus sacerdotes.
El abogado de un demandante dijo que la oferta está en estudio, pero aclaró que no es una solución extrajudicial a un escándalo que sacudió a la Iglesia Católica hace dos años.
Jeffrey Newman, cuya oficina representa a más de 200 presuntas víctimas, agregó que es “una importante muestra de buena fe de parte del arzobispo”, Sean Patrick O’Malley, quien hace solo una semana asumió la arquidiócesis, la cuarta mayor que tiene la Iglesia Católica en Estados Unidos.
Un informe del fiscal general del estado de Massachusetts reveló recientemente que más de 1.000 niños fueron víctimas de agresiones sexuales cometidas por los sacerdotes.
La crisis obligó al cardenal Bernard Law a renunciar al cargo de arzobispo de Boston en diciembre pasado.
En una carta de dimisión, admitió que la Iglesia había fracasado en su misión de proteger a los niños y de castigar a sacerdotes.
Los problemas para la Iglesia Católica de EE. UU. comenzaron en el 2001 cuando Law admitió que había trasladado al ahora excura John Geoghan a otra parroquia pese a que se le acusaba de abusos sexuales a menores. En junio de este año, la Iglesia pagó $25,7 millones a 243 víctimas de abusos sexuales.