Los Ángeles. Poderosos incendios devastan comunidades alrededor de Los Ángeles, en la costa oeste de Estados Unidos. Al menos dos personas murieron, varias resultaron heridas y decenas de miles fueron evacuadas, informaron las autoridades este miércoles.
“Desafortunadamente, tenemos dos personas fallecidas por causas desconocidas y un número importante de heridos”, declaró Anthony Marrone, jefe del departamento de bomberos de Los Ángeles.
Pacific Palisades, un suburbio lujoso de Los Ángeles frecuentado por celebridades, se convirtió en un infierno la mañana del martes. Las llamas ya destruyeron unas 1.000 estructuras y consumieron más de 4.775 hectáreas, según las autoridades.
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Cientos de bomberos luchan por aire y tierra contra un fuego que arde descontrolado, avivado por fuertes ráfagas de viento que se intensificaron durante la noche en el sur de California.
En el este, otro incendio se desató en el Bosque Nacional de Los Ángeles en la tarde del martes y ya consume más de 4.000 hectáreas.
Otros dos incendios cercanos a Los Ángeles mantienen a miles de personas bajo órdenes de evacuación.
“Juntos, estos incendios están llevando al límite los servicios de emergencia”, dijo Kristin Cowley, del departamento de bomberos de la ciudad.
Decenas de miles de residentes en comunidades aledañas y en Los Ángeles están sin electricidad, complicando las comunicaciones.
La ciudad amaneció con un aspecto apocalíptico: nubes grises y anaranjadas cubrieron el cielo, mientras los vientos derribaron árboles y dañaron varias palmeras icónicas.
“La tormenta debe empeorar durante la mañana”, escribió en redes sociales la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.
La magnitud de los incendios desafía incluso las reservas de agua de la ciudad. Varios hidrantes se quedaron secos durante los esfuerzos para combatir las llamas, y el Servicio de Agua y Electricidad pidió a los ciudadanos ahorrar agua.
‘Estado de pánico’
El avance de las llamas generó escenas de pánico en varias comunidades de la costa californiana.
“Cuando vi el brillo del fuego proveniente de la montaña, me fui”, relató Sarahlee Stevens-Shippen, una plomera retirada, desde Santa Mónica, mientras observaba cómo ardía Pacific Palisades.
“Esto ha sido un shock. Estamos en modo supervivencia, agarrando lo necesario y saliendo de aquí”, comentó a esta agencia.
“Tienes que preocuparte por las cenizas en tus pulmones. Tienes que preocuparte por tu vida con ráfagas de 80 a 100 millas por hora (128 a 160 kilómetros por hora). Hemos estado en modo pánico”, agregó.
Varias escuelas cerraron y las principales vías de la ciudad permanecen bloqueadas.
Algunos árboles cercanos al museo Getty Villa, uno de los centros de arte más importantes del mundo, ardieron. Sin embargo, la institución “permanece a salvo e intacta”, según un comunicado emitido el miércoles por la mañana.
Situación extrema
Los incendios comenzaron en un ambiente de baja humedad, coincidiendo con los vientos de Santa Ana, característicos de esta temporada en California.
“Las aeronaves continuarán el lanzamiento de agua en las áreas identificadas hoy, siempre que el clima lo permita”, indicó Cowley.
Las autoridades advirtieron que la situación no mejora. Los vientos soplan con intensidades de entre 70 y 145 kilómetros por hora.
“Peligrosas condiciones climáticas avanzan en el sur de California, con las más extremas previstas para esta mañana”, reportó el Servicio Nacional de Meteorología.
“El evento climático que precipitó estos incendios continúa”, afirmó el meteorólogo Daniel Swain.
“Estas condiciones son extremas y seguirán siendo particularmente peligrosas por al menos cinco o seis horas más. Después, permanecerán críticas durante otros dos días”, agregó.
Ante la grave situación, estados vecinos enviaron refuerzos para combatir el fuego y el gobierno federal aprobó recursos adicionales.
Los incendios son frecuentes en el oeste de Estados Unidos y desempeñan un papel importante en el ciclo natural. Sin embargo, los científicos advierten que el cambio climático, causado por la acción humana, altera los patrones climáticos, intensifica las sequías y acelera la propagación de incendios.