Montevideo. La desigual América Latina ha respondido a la pandemia con las medidas aprendidas del primer mundo, y aunque la opción preferente ha sido por el confinamiento obligatorio y estricto, ni siquiera así la covid-19 da tregua.
Son pocos los países que se han inclinado por una cuarentena voluntaria y, entre ellos, los resultados difieren. Brasil fue uno de ellos. Allí no hubo decreto o decisión federal, sino que se les dio autonomía a las autoridades de estados y municipios para decidir al respecto.
En esa definición hubo quienes prohibieron la apertura de comercios, así como quienes suspendieron las clases o restringieron el transporte público o la entrada y salida de ciudades. A pesar de que el presidente Jair Bolsonaro cuestionó la gravedad de la enfermedad desde el primer momento, se percibió -sobre todo en las primeras semanas- la voluntad de la población de quedarse en sus casas.
Actualmente, siendo Brasil el país más golpeado de la región, Bolsonaro se mantiene firme en evitar el confinamiento. Este miércoles pidió a la población que salga a la calle a trabajar “y dejar de hibernar” para evitar “morir de hambre dentro de las casas”.
Cuba optó por tomar medidas que apelaban sobre todo al autocontrol y la conciencia individual, sin cuarentenas obligatorias ni prohibición de salir a las calles, pero ante el aumento de los casos fue restringiendo la circulación e impuso, entre otras cosas, el confinamiento bajo vigilancia de los turistas presentes en el país y la suspensión de clases.
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En Uruguay, pese a una fuerte presión sobre todo del colectivo médico, el presidente Luis Lacalle Pou no quiso imponer una cuarentena. Su postura ha sido “apelar a la responsabilidad” con una fuerte exhortación al distanciamiento social, y se tomaron medidas drásticas rápidamente, como la suspensión de clases y una pausa a la industria de la construcción.
En otros países la cuarentena fue voluntaria en la teoría, pero en los hechos se han denunciado sanciones a su incumplimiento. En Venezuela se habla de una “cuarentena obligatoria, con matices”. Los bloqueos en los accesos por parte de los militares han impedido los traslados entre ciudades, casi desde el primer día. En las zonas populares el paso está restringido pero se permite la compra de alimentos en mercados, lo que ha ocasionado grandes congestionamientos, sobre todo en la mañana.
En México, la cuarentena ha sido voluntaria por parte del gobierno federal, que ha reiterado desde un inicio que no se recurriría a medidas coercitivas. Sin embargo, hay estados y municipios que han aplicado toques de queda por la noche o arrestos por estar en las calles, y cuyas sanciones van desde trabajo comunitario hasta cárcel.
Sin embargo, la gran mayoría de los países de la región ha optado por el confinamiento obligatorio: esta ha sido la postura de los gobiernos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Paraguay, Perú y Puerto Rico.
El “aislamiento social preventivo y obligatorio”, como le han llamado en Argentina, comenzó el 20 de marzo por decreto y se ha ido prorrogando hasta entrar esta semana en una fase de flexibilización por región.
Bolivia supera los 50 días de cuarentena obligatoria en medio de un creciente desacato en las principales ciudades y de la realización de manifestaciones en contra de la postergación del confinamiento, que se resolvió extender al menos hasta el 31 de mayo.
Chile está siguiendo un plan de “cuarentena estratégica y dinámica”, esto es, el confinamiento total (aislamiento en domicilios habituales) o cierre de un sector dependiendo de una serie de factores, como la incidencia de los contagios, la situación del sistema de salud en la zona, o según el riesgo de la población.
Las cuarentenas obligatorias se fiscalizan en Chile y quienes no tengan permiso para estar en la calle son conducidos de regreso a sus hogares o son detenidos y multados. También están en trámite dos proyectos para aumentar las multas a quienes cometan infracciones y para entregar a las Fuerzas Armadas y a los organismos de salud datos sobre los contagiados para reforzar el control de las medidas.
En Colombia, se estableció un “aislamiento preventivo obligatorio”, que define restricciones totales para los mayores de 70 años y para los menores de seis.
El gobierno de Ecuador había decidido dejar atrás la etapa del aislamiento obligatorio que rigió por más de 45 días y pasar a una fase de “distanciamiento social” bajo un sistema de “semáforo epidemiológico”. Según ese esquema, cada autoridad local debe resolver, de acuerdo con la situación en su territorio, si las restricciones se mantienen o se aflojan y en qué grado. Sin embargo, a principios de este mes los 221 municipios de las 24 provincias resolvieron mantener sus semáforos en rojo, situación que limita al máximo las compras cotidianas.
En El Salvador la cuarentena obligatoria ha sido estricta y se ha sancionado a más de 2.400 personas que han sido retenidas por la Policía o la Fuerza Armada, porque a su juicio circulaban en sin razones de peso. Además, el gobierno salvadoreño extendió el estado de emergencia por 30 días.
La opción de Paraguay también ha sido por un confinamiento compulsivo, aunque a principios de este mes, viendo que la circulación del virus ha sido más bien baja, decidió avanzar en lo que ha llamado “cuarentena inteligente”. Se trata de un progresivo levantamiento de las restricciones que en principio se mantendrá hasta que culmine mayo.
Perú estableció una medida que ordena a la población permanecer en sus casas desde las 4 de la mañana hasta las 18 horas, salvo algunas regiones en las que el límite se fijó a las 16 horas.
Puerto Rico, en tanto, impuso el confinamiento general el 15 de marzo y se convirtió, así en uno de los primeros en instalar un régimen obligatorio.
Aquí ya se comenzó a aplicar un detallado plan de salida que fue elaborado con las recomendaciones de los grupos asesores de salud y economía que nombró el gobierno, y con una fuerte presión de un poderoso conglomerado de empresarios que realizaron una campaña mediática con el lema “estamos listos”.
El plan de reapertura de Puerto Rico mantiene el toque de queda y el cierre forzoso para las industrias no exentas hasta al menos el 25 de mayo. También obliga al uso de mascarillas en público y al distanciamiento, y se incluye la posibilidad de revertir las medidas si se detecta un aumento de casos.
En proceso de definición
Algunos países han hecho públicas ciertas decisiones acerca de cómo retomar algo parecido a la normalidad, pero sin una comunicación oficial y definitiva. Son los casos de Colombia, Perú y Uruguay.
En Colombia, conforme se vaya aplanando la “curva” de contagios, se irán liberando gradualmente sectores de la producción. Será con una serie de protocolos de bioseguridad que están siendo diseñados por el Ministerio de Salud.
Esta semana comenzó el “retorno gradual” de sectores que habían paralizado su actividad, como el de la fabricación de muebles, de productos informáticos, todo lo que tiene que ver con la producción y mantenimiento de vehículos, las librerías y papelerías, entre otros.
El fin de la cuarentena en Perú estaba previsto para el 10 de mayo, pero la semana pasada el presidente Martín Vizcarra anunció que se prolongará hasta el 24 de mayo.
“El gran encargo que tenemos todos los peruanos es reducir el ratio de contagio a menos de 1. Todos tenemos dificultades, pero ha valido el esfuerzo. Que valga la pena un esfuerzo adicional. Tenemos que extender el estado de emergencia por dos semanas más. No sería responsable como presidente si es que levantara la cuarentena”, aseguró Vizcarra.
Y si bien en Perú no hay un plan de salida concreto a nivel nacional, sí está previsto un esquema de reactivación económica en cuatro fases, con un mes de duración cada una.
Uruguay no tiene un plan definido, o al menos no lo ha difundido públicamente, pero sí ha empezado a recorrer el camino hacia la nueva normalidad. El gobierno confía en un equipo que funciona en la órbita de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, y cuenta con el asesoramiento honorario de tres científicos expertos. La idea es “dar pasos cortos y constantes”, monitorear el impacto con datos certeros y seguir avanzando o retroceder.
Mientras tanto, hay países que están lejos de definiciones concretas. En Brasil, por ejemplo, los gobernadores y prefectos tienen autonomía para establecer sus reglas de aislamiento, también la tienen para definir su levantamiento. En ese sentido, se espera que haya distintas medidas en las diferentes regiones.
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En El Salvador, las autoridades han dicho que están diseñando un plan que se conocerá a final de este mes, y del cual no han adelantado el contenido.
Y en Venezuela, donde el control de la cuarentena está en manos de los militares, solo ha habido tímidas muestras de reapertura: permitir la salida de niños y jóvenes a caminar y a hacer ejercicio en horas determinadas, y luego de adultos mayores. No se ha dado a conocer ningún plan de reactivación económica o pasos para superar el confinamiento.
Así, mientras transcurre la pandemia, los gobiernos enfrentan seguramente su mayor desafío: la gestión de un tsunami inesperado y muy dañino. Pero, se sabe, las crisis son oportunidades y esta parece ser una instancia valiosa para demostrar liderazgo y visión. Al final del día se verá cuáles fueron las mejores estrategias.
*Con información del Grupo de Diarios América (GDA), integrado por La Nación (Argentina), O Globo (Brasil), El Mercurio (Chile), El Tiempo (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa Gráfica (El Salvador), El Universal (México), El Comercio (Perú), El Nuevo Día (Puerto Rico), El País (Uruguay) y El Nacional (Venezuela).