Roma. Italia constata desde hace tres días una aparente desaceleración de los contagios de coronavirus, pero la angustia persiste: el norte, donde inició el brote, teme que las cifras oficiales estén subestimadas, mientras en el sur hay miedo a una “explosión” de casos.
En algunos municipios del norte, como en el pueblo de Nembro, cerca de Bérgamo, el balance de muertos en tres meses era de 158, casi cinco veces el promedio anual de 35.
Una tendencia que se repite en otros municipios de esa próspera región, donde se registran seis veces más muertes que en los años precedentes.
"Los datos no son agradables este jueves. Registramos otros 2.500 casos de contagio, más que en los días anteriores", reconoció preocupado Attilio Fontana, presidente de la región Lombardía, durante el encuentro diario con la prensa.
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"Nos damos otros dos a tres días para analizar los datos y entender si las medidas adoptadas han sido eficaces. Esperamos que comiencen a disminuir", añadió.
El alcalde de Brescia, Emilio del Bono, al mando de otra de las ciudades más golpeadas, confesó la víspera que teme que el número de los contagios sea mucho más alto de lo que resulta oficialmente.
"Hay personas enfermas en sus hogares y no sabemos cómo están", advirtió.
En Bérgamo, otra ciudad mártir, conmovió la imagen de los convoyes militares que a diario atraviesan la ciudad para transportar cadáveres a otras regiones donde puedan ser incinerados debido a que el cementerio no tiene capacidad, como constató un fotógrafo de la AFP.
Algo que no se veía en la península desde la Segunda Guerra Mundial.
Con 7.503 muertes y casi 75.000 casos según el último boletín del miércoles, Italia sigue siendo el país más cruelmente golpeado.
El sur se alista para vivir un infierno
Se trata de cifras oficiales que incluyen los fallecimientos en los hospitales y en las casas para ancianos, precisó la protección civil.
El reconocido virólogo italiano Roberto Burioni considera que el número de personas contagiadas "no es confiable" porque no tiene en cuenta los casos de asintomáticos.
Ese es el gran temor del gobernador de la región Campania, cuya capital es Nápoles, quien se prepara a una "explosión" dramática de los casos en el sur pobre y subdesarrollado de la península.
"Aquí se vivirá en los próximos 10 días un verdadero infierno", aseguró Vincenzo De Luca.
En Campania, el número de muertos aumentó de 29 a 74 en tres días. En el sur, el sistema sanitario es mucho más frágil que en Lombardía.
En la isla de Sicilia por ahora se han registrado 69 casos entre residentes y personal de una casa de ancianos en el pueblo de Villafrati.
Muchos están preocupados por la escasez de pruebas. La política de las autoridades italianas ha sido la de efectuar las pruebas de saliva a las personas con síntomas o que han tenido contacto directo con enfermos.
"Ni muchas ni pocas, realizamos las pruebas necesarias", explicó un representante de la Protección Civil, Agostino Miozzo.
Después de más de dos semanas de confinamiento de todo el país, los 60 millones de italianos calculan que el país arrancará una vida normal a partir de octubre y se preparan a una caída notable del Producto Interno Bruto, de cerca el 3%, según la confederación de Comerciantes y Turismo.