París. Artesanos de Francia y Alemania llevaron a cabo un proceso de limpieza y restauración de los vitrales de la Catedral de Notre Dame que sobrevivieron al incendio de abril del 2019, en París. Se trata de una de las primeras operaciones de restauración del interior de la emblemática edificación, con la vista puesta en su reapertura en 2024.
“Es un objetivo ambicioso”, reconoció Jean–Louis Georgelin, general del Ejército francés, el responsable que supervisa la restauración del edificio.
El 15 de abril del 2019, un gigantesco incendio asoló esta obra maestra del arte gótico, provocando el derrumbe de su armazón, su famosa aguja, su reloj y parte de su bóveda, ante la mirada atónita de millones de personas en todo el mundo.
Ocho talleres franceses y pintores de vitrales de la Catedral de Colonia (oeste de Alemania) trabajan en la recuperación de los vitrales de la nave, del coro, del crucero y de la sacristía, afirmó la institución pública que gestiona la conservación y la restauración de la catedral.
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Los vitrales de las capillas y de las tribunas están siendo limpiadas directamente en Notre Dame. La maestra cristalera Flavie Vincent–Petit se ocupa de varios de los 39 “ventanales” de la iglesia, de “tres metros de ancho y entre ocho y nueve de alto”, explicó a la AFP.
“Las vidrieras del coro son del siglo XIX y aparecen representadas figuras bíblicas y religiosas. En aquella época, el arquitecto Viollet Le Duc buscó recuperar la luz tamizada de la Edad Media”, detalló Vincent–Petit. “Las de la nave son de los años sesenta y de inspiración abstracta”, añadió.
Solo los rosetones del templo, que datan de la época medieval, “no se vieron afectados por el incendio, por lo que no están dentro del programa de restauración”, precisó la artesana.
El proceso de limpieza, en el que trabajan unos quince maestros cristaleros franceses, empezó con el desmontado de las vidrieras, ensambladas con plomo sobre un soporte llamado “cerrajería”. Posteriormente, documentan su estado y los numeran. De seguido, aspiran las partículas de polvo, frotan la suciedad con algodones bañados en una mezcla de agua y alcohol y reparan las fisuras.
Estos vitrales nunca han sido limpiados desde su instalación, hace más de 150 años, pero debajo de la suciedad se aprecia un color que no ha cambiado desde entonces, destacó Vincent–Petit.
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