Brasilia. Brasil, segundo país con más muertes por coronavirus, registra un incremento de hospitalizaciones que despierta temores de una segunda ola de la pandemia como la que golpea a Europa y Estados Unidos.
El promedio de fallecimientos, que había superado los mil por día entre junio y agosto, cayó por debajo de los 350 a inicios de la semana pasada, en este país de 212 millones de habitantes donde la enfermedad ya dejó más de 166.000 muertos. Pero desde el sábado pasado superó de nuevo los 500.
El estado de São Paulo, el más poblado y con mayor número de casos y de decesos, tuvo la semana pasada un alza de 18% en las internaciones.
Esa cifra alarmante empujó a las autoridades locales a frenar la flexibilización progresiva de las restricciones iniciada en junio.
Pues después de las cuarentenas parciales decididas tras los primeros casos en febrero, los brasileños fueron aflojando las normas y viven ahora casi normalmente, como si el virus hubiese desaparecido.
En las principales ciudades reabrieron las tiendas, los colegios, gimnasios y cines, mientras las playas, los bares y restaurantes se llenan de gente.
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El reciente aumento de hospitalizaciones se reportó sobre todo en clínicas privadas y entre una población más joven, de clase media y alta.
A inicios de la semana, “teníamos 90 pacientes con covid o con sospechas de covid, mientras en los últimos tres meses hubo un plató que varió muy poco, entre 48, 50, 55 casos”, dijo Sídney Klajner, presidente del hospital Albert Einstein de São Paulo, uno de los más prestigiosos del país.
“La mayoría de los pacientes que dan positivo son jóvenes”, puntualizó.
Una fiesta sin autorización convocó el fin de semana a más de 2.000 personas -la mayoría sin mascarillas- en la playa de Ipanema, en Río de Janeiro. La tasa de ocupación de camas para cuidados intensivos llegó a 95% la semana pasada en los hospitales municipales de Río.
¿Segunda ola de pandemia?
Klajner consideró prematuro hablar de “una tendencia al aumento prolongada” que prefigure una segunda ola.
Pero Domingos Alves, jefe del Laboratorio de Inteligencia en Salud (LIS) de la Universidad de São Paulo (USP), afirmó -en cambio- categóricamente: “Ya estamos en la segunda ola”.
El especialista llamó la atención sobre el aumento reciente de la tasa de reproducción del virus; es decir, el número de contagios por cada infectado. Una tasa superior a 1 es considerada preocupante.
A inicios de octubre, “la tasa de infección estaba en 0,97”, con cuatro de los 27 estados por encima de 1, indicó Alves. Un mes después, “tenemos 14 estados con más de 1”, afirmó.
"Hemos alcanzado un nivel preocupante, sobre todo porque las cifras oficiales están muy subestimadas y el número de exámenes ha caído", agregó.
Para Julio Croda, infectólogo de la Universidad de Mato Grosso do Sul, en un país de dimensiones continentales como Brasil la segunda ola debería llegar de modo diferenciado a las regiones, algunas más ricas y con mejor estructura hospitalaria.
“En los lugares donde hubo una circulación intensa (del virus), la segunda ola podría ser menos importante”, afirmó el especialista, quien puso como ejemplo la ciudad de Manaos (norte), donde se vivió un fuerte pico en mayo.
El experto, no obstante, advirtió: “Incluso una segunda ola menor en términos de número de casos puede causar una tragedia importante”, sobre todo si se desmantelan los hospitales de campaña por restricciones en el presupuesto.
“Es urgente que Brasil ponga en marcha una política de tests masivos para controlar la segunda ola, con confinamientos en casos de contactos (con personas infestadas), antes de que la situación empeore como en Estados Unidos y Europa”, urgió Alves, quien lamentó la falta de voluntad política para enfrentar la enfermedad.
“Si esperamos demasiado, habrá que encarar de nuevo el cierre de los comercios, con un costo económico demasiado grande”, señaló.
El presidente Jair Bolsonaro, quien desde un inicio ha minimizado los efectos de la pandemia, desestimó la idea de una segunda ola.
“Ahora hay esa cháchara de la segunda ola. Hay que enfrentarla si la hay, porque si la economía se hunde seremos un país de miserables”, afirmó el mandatario ultraderechista.
La semana pasada, expresó que Brasil “tiene que dejar de ser un país de maricas” a la hora de enfrentar la pandemia.